Muchas personas padecen trastornos de tiroides sin saberlo, ya que, a menudo, los síntomas son poco claros o pasan desapercibidos. Hay que estar alerta ante la fatiga excesiva o el desánimo, porque pueden ser la señal de un trastorno que, además, se puede corregir de manera fácil. En este artículo se describen los diversos síntomas de hipertiroidismo e hipotiroidismo y cuál es la mejor forma de asegurar el aporte correcto de yodo al organismo, el mineral que mantiene al tiroides en forma.
Tendencia a engordar, cansancio y cierta tristeza. Son síntomas que muchas mujeres atribuyen al exceso de trabajo o a la menopausia, pero que pueden indicar que la glándula tiroides empieza a claudicar. El hipotiroidismo subclínico afecta con más frecuencia al sexo femenino: lo padecen cerca del 8% de las mujeres entre 40 y 50 años y el 20% en las de más de 60 años. En el hipotiroidismo subclínico, la disfunción de la glándula es tan incipiente que puede pasar casi inadvertida, aunque también puede generar algunos síntomas. Una de las causas que lo provoca es la tiroiditis autoinmune crónica, en la que se detectan anticuerpos que atacan a la tiroides y alteran su función.
Además del cansancio, tristeza y tendencia a ganar kilos de peso, puede provocar dolores musculares, somnolencia, caída del cabello, pérdida de memoria, sordera, estreñimiento e intolerancia al frío. También, según señalan diversos estudios, parece evidente que contribuye a la ateroesclerosis y a las enfermedades cardiovasculares, ya que aumenta los niveles de colesterol.
La glándula tiene un papel clave en el metabolismo, ya que regula la intensidad de muchas funciones del organismo. El tiroides está situado en la parte inferior del cuello y segrega las hormonas tiroxina (T4) y triyodotironina (T3). Estas hormonas intervienen prácticamente en la totalidad de las funciones orgánicas activándolas y manteniendo el ritmo vital. Así, los cambios en el funcionamiento de la glándula tiroides repercuten de forma importante en todo el organismo.
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