
La nueva estimación mundial de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) sobre el número de accidentes del trabajo y enfermedades profesionales mortales que se registran cada año es de 2,78 millones, cifra que refleja el costo considerable en vidas humanas que conlleva la inversión insuficiente en seguridad y salud en el trabajo (SST) 1 a nivel internacional, nacional y empresarial (OIT, 2017). Este costo en vidas humanas va acompañado de un notable costo económico. Estimaciones mundiales recientes sobre el impacto económico de los accidentes del trabajo y las enfermedades profesionales lo sitúan en el 3,94 por ciento del PIB, a saber, 2,99 billones de dólares de los Estados Unidos (OIT, 2017a). La exigencia de condiciones seguras y saludables para las mujeres y los hombres en el trabajo ha aumentado considerablemente durante el pasado decenio. Dicha exigencia se ha visto impulsada, en parte, por accidentes del trabajo que han acaparado titulares de la prensa en todo el mundo y a los que ningún país es inmune, y por un corpus de pruebas que relacionan la SST con el desarrollo sostenible. Como respuesta, gobiernos, organizaciones de trabajadores y de empleadores, organizaciones internacionales y sociedad civil, desde el plano comunitario al plano internacional, han reiterado su compromiso de mejorar la SST y crear una cultura de prevención.