
Jesús Esteban Gabriel, director del Máster Universitario online en Prevención de Riesgos Laborales de la Universidad Europea. Es vocal responsable del área de seguridad y prevención de la Junta de Gobierno del Colegio Oficial de Aparejadores, Arquitectos Técnicos e Ingenieros de Edificación de Madrid y vocal del Observatorio para la Prevención de Riesgos Laborales.
Un año más, el 28 de abril es la fecha en la que se celebra el “Día Mundial de la Seguridad y Salud en el Trabajo”. La celebración de este día sigue siendo parte de la estrategia iniciada por parte de la Organización Internacional del Trabajo – OIT – a través de la cual se pretende promover y fomentar la cultura preventiva en la sociedad. De igual forma, el 28 de abril se conmemora este Día Internacional en Memoria de los trabajadores fallecidos y heridos, día promovido por el movimiento sindical en todo el mundo desde el año 1996 a fin de honrar la memoria de las víctimas de los accidentes de trabajo y enfermedades profesionales.
Dentro de un mundo globalizado cada vez más complejo y tecnificado en muchos aspectos organizativos, el fomento de la cultura preventiva seguirá siendo todavía una necesidad y un desafío para todos. Las cifras estimadas por la OIT relacionadas con las consecuencias reales que sigue suponiendo la falta de dicha cultura e integración de la prevención siguen siendo escalofriantes y lo que realmente nos muestran es que sigue quedando mucho trabajo por hacer a nivel de concienciación, diseño e implantación de políticas acordes a los riesgos actuales y emergentes.
Sigue siendo inconcebible que, en base a dichas estimaciones de la OIT, sigamos teniendo más de 2,3 millones de mujeres y hombres que fallecen en el mundo a causa de lesiones o enfermedades en el trabajo, siendo más de 350.000 muertes causadas por accidentes mortales y 2 millones de muertes relacionadas con enfermedades profesionales. Estos datos nos conducen a una media de 6.500 trabajadores que fallecen diariamente en el mundo por accidentes o enfermedades del trabajo. La cifra es sin duda escalofriante y nos habla de la magnitud del problema a nivel mundial.
Se necesita una reflexión real y profunda por parte de toda la sociedad en su conjunto al respecto de la situación actual y los desafíos organizativos (nuevas modalidades de trabajo, aplicación de las nuevas tecnologías, precariedad de determinados sectores productivos, etc.) de forma que se sigan acordando e impulsando todo tipo de acciones e iniciativas que ayuden a mejorar la integración de la prevención dentro del entorno laboral pero incluso también desde el plano individual / personal.
Es evidente que el valor que se le da a la prevención de riesgos en nuestro entorno europeo no tiene nada que ver con el sucede en otras partes del mundo, pero desgraciadamente, y día a día lo podemos comprobar, no estamos exentos de accidentes graves y mortales en entornos laborales que teóricamente deberían de ser seguros para cualquier trabajador. Con la crisis económica que hemos sufrido, el retroceso en la inversión de medios para la actividad preventiva es un hecho y esto ha contribuido al repunte en los índices de siniestralidad, factor que nos vuelve a indicar que hay mucho por hacer todavía, empezando por concienciar a la sociedad en general de la importancia de la seguridad y salud como factor de progreso.
El fomento de la prevención y la cultura preventiva no puede ser un elemento inconexo y aislado que el trabajador “descubre” por primera vez dentro de un entorno laboral u organizativo. La integración de dicha cultura preventiva debe ser iniciada y fomentada incluso desde nuestros primeros pasos como individuos – dentro de una sociedad activa y cada vez más compleja – a través de la Educación y el ejemplo acorde que todos y cada uno de nosotros tenemos la obligación moral / social de fomentar y transmitir en nuestro día a día.
Esperemos que, algún día, el 28 de abril sea una fecha más en el calendario…