
EL FOMENTO DE LA CULTURA PREVENTIVA DESDE LA ESCUELA.
Cuando un adolescente una vez finalizados sus estudios de la ESO (Educación Secundaria Obligatoria) se dispone a incorporarse al mundo laboral, en lo que menos piensa es en que va a sufrir un accidente laboral. Y es que tal y como indica Castellanos, J.C., (2014:6) los alumnos que se incorporan al mundo laboral son más vulnerables a sufrir accidentes, además de ser los de menor formación. Según la Agencia Europea para la Seguridad y Salud en el Trabajo (2007) (en adelante AESST, 2007), en su artículo “Los jóvenes y la seguridad y salud en el trabajo”, los datos europeos indican que el índice de incidencia de accidentes no mortales fue un 40% superior entre los jóvenes con edades comprendidas entre los 18 y los 24 años. Los motivos que se indican como causantes de estos datos son la falta de experiencia, la inmadurez propia de estas edades, y la falta de sensibilización con los problemas relacionados con la seguridad y salud. Es sobre esta última causa en la que en mi opinión se debería prestar mayor atención.
Según el Art. 19 LPRL es la empresa la que tiene la obligación de formar a sus trabajadores de los riesgos propios de su puesto de trabajo y de cómo prevenirlos.
Estoy segura de que los prevencionistas coincidirán conmigo en que la formación que se está llevando a cabo actualmente en las empresas por parte de los servicios de prevención no es todo lo deseable que nos gustaría. En muchas ocasiones lo que realmente importa es que quede constancia de que se realiza dicha formación, y donde quede bien clara la firma del receptor.
Uno de los temas más controvertidos dentro de las empresas y las administraciones públicas es la determinación de las horas necesarias tanto teóricas como prácticas necesarias para que un trabajador recién incorporado esté suficientemente preparado para comenzar su trabajo con garantías de que lo realizará de una forma segura.
Esto no supondría un gran problema si los jóvenes trabajadores contasen con una formación mínima en prevención de riesgos laborales. Pero, ¿qué formación poseen actualmente en PRL los alumnos que finalizan (o no) sus estudios de la ESO o ciclos formativos? En mi opinión en los centros educativos no poseen aún la infraestructura necesaria para que los alumnos adquieran una cultura preventiva mínima.
Una persona con cultura preventiva es una persona que ha adquirido unos valores frente a determinadas situaciones. Se trata de tener una actitud frente a las situaciones de riesgo, una manera coherente de actuar y de pensar, en definitiva una educación en valores saludables. Esta educación debe aprenderse desde las etapas iniciales del periodo educativo. Coincidimos con Frutos, C. R. (1999) en que es fundamental adquirir hábitos preventivos desde la infancia porque esto ayudará a una predisposición positiva para adquirir nuevos hábitos preventivos en el futuro, por lo tanto “si queremos que se incorpore la cultura preventiva en nuestra sociedad tenemos que empezar por introducirla desde la formación escolar”.
Los jóvenes que han realizado un ciclo formativo de grado medio o superior aún tienen la suerte de, al menos, haber recibido una formación mínima (aunque no suficiente) en PRL en el estudio de los oficios que desempeñarán posteriormente. Esto parece algo lógico. Que en los estudios pre-laborales se informe a los alumnos de los riesgos a los que estarán expuestos, con generalidad, para que una vez que se incorporen al mundo laboral cuenten con una cultura preventiva básica. “Es más eficaz educar cuando las personas están en periodo de formación que intentar cambiar unos hábitos perjudiciales después de practicarse durante tiempo” (Nilsen, 2004).
Si lo que se pretende es que exista una cultura preventiva en nuestra sociedad, no podemos responsabilizar de la ausencia de ella únicamente a las empresas actuales. Es necesario que todos seamos conscientes de la necesidad de cambiar, de realizar avances en cuanto al fomento de la cultura preventiva no tan sólo por parte de las empresas, sino también por parte de nuestro sistema educativo.
La necesidad de fomentar la cultura preventiva en el sistema educativo no es algo nuevo. En el año 1995 cuando apareció en nuestra legislación la Ley de Prevención de Riesgos Laborales (LPRL), ya se hablaba de la “cultura preventiva”. En concreto en el punto 4 de la Exposición de motivos se indica el “propósito de fomentar la cultura preventiva mediante la promoción de la mejora de la educación en dicha materia en todos los niveles educativos”. También en el Artículo 5.2 se insta a las administraciones públicas a “colaborar permanentemente” entre ellas.
Desde entonces ha habido pequeños cambios en las leyes educativas, en concreto en el año 2006 con la LOE. Se han incluido contenidos mínimos en determinadas asignaturas (Física, Química, Tecnología, etc.). A pesar de ello, en mi opinión aún queda mucho por hacer.
Diversas estrategias tanto españolas como europeas tomando como base la LPRL han ido marcando el camino a seguir. Se han concretado unos objetivos, una meta, un fin. Visto desde fuera, una mera declaración de intenciones. Parece que las ideas están claras, “el fomento de la cultura preventiva” con el objetivo de reducir los índices de siniestralidad. Pero esta no es tarea sencilla. No basta sólo con desearlo, o con definir los objetivos.
Tal y como ya se ha expuesto anteriormente, no es suficiente con marcarse unos objetivos de integración de formación en prevención de riesgos laborales a todos los niveles educativos. Es necesario realizar un cambio en las leyes educativas Es básico dotar de medios tanto físicos como didácticos a los centros educativos. Y no sólo acaba aquí la cosa, es preciso realizar una formación exhaustiva de los docentes a todos los niveles educativos, y en especial a los docentes de secundaria. En definitiva, dedicar más tiempo y más dinero. Destinar recursos físicos y didácticos en hacerlo posible. Una vez que dispongamos de estos recursos deberemos tener el apoyo y la coordinación de todas las administraciones implicadas. Ejemplo de lo que se pretende son la Junta de Andalucía que con sus programas específicos como “Aprende a crecer con seguridad” está llevando a cabo por toda la provincia.
Al igual que enseñamos a nuestros hijos a adquirir conductas seguras y saludables en su día a día, como a ponerse el cinturón de seguridad en el coche, o a lavarse las manos antes de comer, de este mismo modo podremos inculcar valores de seguridad y salud desde las etapas más tempranas a los que serán los trabajadores del futuro.
Prevencionar se reserva el derecho de reproducir o ceder sus contenidos en otros medios, obligándose a citar fuente y autor. Queda expresamente prohibida la reproducción total o parcial de los mismos sin autorización expresa. Prevencionar no se hace responsable de las opiniones expresadas en los artículos y/o entrevistas. Si quieres participar en el apartado artículos y/o entrevistas mandamos un mail a: redaccion@prevencionar.com
El artículo más leído (entre los publicados a lo largo del año 2017, hasta el 30 de septiembre de 2017) recibirá un Premio en el Congreso Prevencionar