Materializar su realización profesional es el sueño de todo empleado con aspiraciones. Pero los tiempos han cambiado, el mercado así lo indica. La directora ejecutiva de una empresa de consultoría y gestión de liderazgo en el Reino Unido, Carole Spiers asegura que a la queja más común de las parejas de altos directivos: “nunca están en casa y su mente siempre parece estar en otro lugar”, se ha agregado la de: “su salud empeora y su deterioro físico como consecuencia del estrés es cada vez más claro y notorio”.
Ser parte de la dirección ejecutiva de una empresa nunca ha sido trabajo fácil. Pero en la actualidad, estar al frente de cualquier organización se traduce en el manejo de altos niveles de estrés, ya no por lograr mayores ganancias o alcanzar objetivos comerciales propuestos, sino por evitar que la empresa cierre sus puertas y se declare en bancarrota ante un fracaso estrepitoso.
“¿Por qué alguien decide asumir la plena responsabilidad de dirigir una empresa? Es únicamente por razones económicas, el estatus que proporciona o simplemente por asumir el reto? O tal vez no son más que “adictos a la adrenalina” que sólo cobran vida cuando sus hormonas está sometidas a la presión”. Estas son la. preguntas que plantea Spiers en el digital Management-Issues.
Por las razones que sea, una vez asumida la responsabilidad de llevar el timón en la empresa el ejecutivo debe hacer frente a un conjunto de responsabilidades y deberes: mantener satisfechos a accionistas, directivos y empleados.
Más que aceptar un cargo es adoptar un cambio de vida que pone en peligro no sólo su reputación profesional, sino también su vida personal. Un director ejecutivo a menudo tiene que gestionar la volatilidad de los mercados cuando se trata de una crisis económica y / o una crisis financiera y su papel en tales circunstancias es consolidar el crecimiento y para gestionar eficazmente la empresa – a menudo con menos recursos y las demandas cada vez mayores-.
“Lo más probable es que los altos ejecutivos estén trabajando a un ritmo frenético en el que a menudo tienen que enfrentarse a las amenazas y oportunidades del mercado, lo que dificulta, en ocasiones, el lograr mantenerse firme y tener el control sobre las circunstancias que se presenten”, asegura la experta.
Un día normal de cualquier alto ejecutivo puede ser extremadamente exigente, según Spiers, y encontrar tiempo y espacio para sí mismos es a menudo difícil. Pueden pasar todo el día yendo de una reunión a otra con apenas tiempo suficiente incluso para ir al baño.
“Están ‘frente al escenario’ todo el día con altas expectativas por parte de todos los que les rodean. Sus móviles y correos electrónicos son una herramienta utilizada 24 horas durante los 7 días de la semana, por lo que apagar o desconectarse no es una opción, incluso estando fuera del horario de oficina.”
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