
Los resultados de varios estudios en España indican que el porcentaje de profesores/as que sufren burnout grave es de entre un 3 y un 4%, y que el de profesorado con una sintomatología ligera se eleva hasta un 40% (véase Manassero, 2001). Otros resultados relevantes y contrastados sobre el síndrome de burnout son los siguientes:
i. El burnout aumenta progresivamente con los años de profesión hasta llegar a un máximo de prevalencia entre los 10 y 15 años de ejercicio de la docencia. Diferentes investigaciones indican que en la enseñanza secundaria el desgaste profesional se produce en un tiempo menor. Sin embargo, Maslach (2001) advierte que estos datos deberían interpretarse con cautela, pues hay también evidencia contraria a ellos; es decir, estudios que demuestran que los profesionales más jóvenes y con menos experiencia se “queman” antes. Precisamente por ello, los estudios transversales (a diferencia de los longitudinales) pueden ocultar un efecto de supervivencia que no se contempla en la interpretación de sus resultados. Es posible que el nivel de burnout encontrado en estudios transversales entre profesionales de mayor edad y experiencia se pueda explicar porque los que se “quemaron” siendo más jóvenes ya no forman parte de la muestra dado que abandonaron su trabajo.
ii. Existe relación entre el nivel de burnout y el riesgo de padecer un trastorno psicológico.
iii. Cuando aumenta el nivel de burnout empeoran los hábitos sanitarios, especialmente aquellos relacionados con el mantenimiento de la salud, tales como el ejercicio físico, la toma de precauciones frente a posibles accidentes, los hábitos alimentarios y los de sueño. El burnout también está relacionado con un incremento de conductas adictivas.
iv. El desarrollo del síndrome de burnout tiene también un aspecto cultural, ya que se ha comprobado que sus manifestaciones varían según los países y según las profesiones.
v. El apoyo y el reconocimiento social al profesorado tienen un papel importante en la prevención del síndrome de burnout.
vi. Las variables personales y profesionales que se consideran más predictivas según la mayoría de las investigaciones realizadas en el campo docente son: la edad, los años de experiencia docente, el número de alumnos por aula, el fracaso escolar, el ejercicio de cargos y el género.
En cuanto a los factores causales del burnout, en general la investigación al respecto los ubica en dos fuentes principales: socio-laborales y psicológicas.
Por lo que respecta a los factores socio-laborales, el conflicto de rol, la ambigüedad de este, la falta de apoyo social, la escasa o nula participación en los procesos de toma de decisiones, la falta de autonomía y las expectativas exageradas en cuanto al propio desempeño profesional han demostrado estar relacionados con el riesgo de desarrollar síntomas de burnout (Schwab, Jackson, & Schuler, 1986). Asimismo, los problemas de disciplina en el aula, la falta de servicios de apoyo y la imagen pública de los/as maestros/as también han demostrado influir negativamente sobre el burnout (Hock, 1988).
A este respecto, y especialmente en referencia al género, Hayes (1986) ya destacó que las demandas exageradas de tiempo de dedicación profesional a las mujeres podían conducir a conflictos de rol: el clásico y no siempre resuelto problema de la conciliación de la vida familiar y la vida laboral. Igualmente, la ausencia de espacios de apoyo y supervisión, propia de sistemas que priman la productividad por encima de la calidad de vida laboral, afecta al bienestar de la mujer trabajadora en forma de burnout profesional o de deterioro de las relaciones interpersonales en el trabajo. Precisamente los tres factores que más destacaban como positivos las participantes en las dinámicas de grupos organizadas en el estudio de Hayes (1986) eran (a) la propia participación en los procesos grupales, (b) la exposición a modelos de rol y (c) el disponer de tiempo para sí mismas. Por otra parte, también sería de esperar que las dificultades en el acceso a puestos de responsabilidad y los problemas de indisciplina en el aula afectasen de forma diferente a maestros y maestras debido al desigual reparto del poder y de los roles de género en nuestra sociedad.
En cuanto a los factores propiamente psicológicos que contribuyen al desarrollo del burnout, los más mencionados en la literatura científica son los referentes a la construcción del self como maestro/a (especialmente la sobreconexión y las expectativas exageradas, así como la visión de uno/a mismo/a como maestro/a incompetente y profesionalmente insatisfecho/a), y el uso de estrategias de afrontamiento disfuncionales (Friedman & Farber, 1992; Konert, 1998; Rittenmyer, 1997). En este punto, y de nuevo en referencia a las diferencias de género, es interesante advertir que la investigación de Rittenmyer (1997) demostró que las mujeres de la muestra obtenían puntuaciones significativamente superiores a los hombres en las medidas de sobreconexión y fatiga emocional. Teniendo en cuenta los conceptos en cuestión, es muy posible que esa mayor susceptibilidad se deba igualmente a diferencias en cuanto a la construcción social del género y particularmente a la mayor capacidad de conexión emocional atribuida socialmente al género femenino. Paradójicamente, aquello que capacita especialmente a las mujeres para el desempeño de roles profesionales en que la vinculación emocional es fundamental, puede ser también lo que las hace más vulnerables a los síntomas de estrés laboral y burnout.
Con todo, y a pesar de lo mencionado hasta este punto, hay pocos estudios detallados que incluyan la variable género como relevante en cuanto a la génesis y la prevención del burnout en nuestro contexto más próximo.
El objetivo de este estudio es analizar la construcción social del burnout en la profesión docente (con especial atención a la variable género) a través del análisis cualitativo intensivo de noticias periodísticas aparecidas en prensa escrita y/o audiovisual de amplia difusión, y difundidas más aun a través de portales profesionales de Internet dirigidos al colectivo de maestros/as. Los textos analizados (que se presentan con mayor detalle en el apartado “Material”, así como en el Anexo) corresponden cronológicamente a finales del año 2000 y principios del 2001, momento en que se produce una cierta eclosión periodística del tema.
Autores: Lluís Botella del Cid – Jordi Longás Mayayo – Antonia Gómez Hinojosa