
Como muchos padres soy usuario habitual de parques infantiles, es cierto que hasta que mi primer hijo tuvo edad para el uso de los parques nunca había reparado en ellos. Las primeras veces que fui fueron algo estresantes, a la deformación profesional del prevencionista se le sumaba ser padre novato, esto suponía un estado de alerta continuo.
Desde el punto de vista de un prevencionista se trata sin duda de zonas de juego en las que exponemos a nuestros hijos a riegos de tener un accidente, aparecen zonas con alturas desde las que es fácil tener una caída, juegos con partes móviles con las que se pueden golpear o golpear a otros niños, etc.

Una de las primeras reflexiones que hice para intentar relativizar la situación fue comparar los parques actuales con los parques infantiles donde yo jugué alguna que otra vez. Aquellos parques estaban fabricados con tubos de cero soldados, que nada tienen que ver con los materiales utilizados ahora, materiales plásticos, gomas, textiles, maderas, todos ellos mucho menos agresivos que el acero de entonces. La mejora ha sido sustancial, el diseño que realizan los fabricantes está pensado para sus usuarios, en los parques actuales todos los filos y esquinas están redondeados, los suelos están fabricados de material blando, las zonas donde que pueden provocar golpes tiene habitualmente gomas de proteción, etc.
Otra circunstancia que me ha hecho fomentar el uso de los mismos es que se trata de lugares en los que los niños hacen mucho ejercicio, ganan mucho en coordinación, les ayuda a aprender a salvar obstáculos, a mantener el equilibrio, juegan al aire libre, juegan con otros niños, etc., se trata de juegos y actividades que le ayudan mucho a relacionarse con el medio y con otros niños. Para ello es importante la elección del parque adecuado para cada edad, adaptado a las capacidades de cada etapa, con ello se minimiza mucho el riesgo de accidentes y el niño se siente mucho más cómodo y se divierte mucho más.

Con forme mis hijos han ido creciendo la visita a los parques se ha convertido en una oportunidad magnífica para educarlos a través del juego, es un magnifico escenario para enseñarlos a analizar situaciones, a ayudarles a comprender que sus actos pueden tener repercusiones sobre otros niños, a sensibilizarlos sobre la posibilidad de que aunque existan riesgos ellos pueden controlarlos a través de su comportamiento, esta circunstancia me ha hecho de forma definitiva valorar mucho estos entornos de juego, ya que se convierten en una oportunidad divertida de ayudarles a mejorar su relación con el entorno, con los demás y fomentar en ellos la cultura del cuidado de la salud, cultura preventiva.
El juego en la historia de la humanidad ha sido una herramienta muy importante para el aprendizaje, fomentémoslo, es una forma de educar muy divertida y efectiva, incluso para los adultos.