
Cuando llega la noche, se encienden las luces en casa, y mientras la televisión emite sus imágenes en ‘prime time’ usted consulta Twitter con el móvil. Al acostarse, aún navega un rato con el iPad antes de apagar la luz. Seguramente esta imagen, rutinaria en muchos hogares, puede tener consecuencias en nuestro estado de ánimo tal y como acaba de demostrar un trabajo publicado en la revista ‘Nature’.
El estudio, llevado a cabo con ratones, demuestra que exponerse a luz brillante durante la noche, puede tener repercusiones negativas en el estado de ánimo y en la capacidad de aprendizaje.
El equipo dirigido por Samer Hattar, de la Universidad Johns Hopkins (EEUU), sometió a los roedores a un ciclo aberrante de luz y oscuridad: tres horas y media iluminados, seguidas de otras tres horas y media de oscuridad.
Estos ciclos aberrantes tuvieron repercusiones en el estado de ánimo de los animales, con patrones que indicaban un trastorno depresivo (estaban apáticos, sin moverse, sin interés por el azúcar), pero que además repercutía negativamente en su capacidad para aprender nuevas cosas.
Es cierto, admite Hattar, que el estudio está realizado en ratones, pero insiste en sus similitudes con los humanos en muchos sentidos. En este caso, concretamente, la alteración neurológica provocada por la luz nocturna tiene que ver con unas células situadas en la retina (las llamadas células ganglionares retinales fotosensibles).
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