
Recién hemos celebrado sin grandes pompas el 20 aniversario de la Ley de Prevención de Riesgos Laborales, y el año próximo lo haremos del Reglamento de los Servicios de Prevención. Dos RD que han marcado el devenir de la Medicina del Trabajo en nuestro país, y por ende, el de la salud de las personas que trabajan.
Bien, pues desde su publicación, una “mano oculta” se ha encargado reiteradamente de asimilar la Especialidad de la Medicina del Trabajo, -garante de velar por la SALUD-, con mayúsculas, de las personas que trabajan, a una mera actividad de vigilancia de la salud, con minúsculas.
Los Cardiólogos, los Internistas, los Ginecólogos, los Oftalmólogos, los Endocrinólogos, los Oncólogos, y así un largo etc. de las distintas Especialidades Médicas o Quirúrgicas, entres sus funciones, se incluye la vigilancia de la salud de sus pacientes o de la población general, en el ámbito específico de su especialidad, valga la redundancia, y no por ello han dejado de llamarse Cardiólogos, Internistas, Oftalmólogos…..
Como digo, una “mano oculta” y bien larga, se ha encargado durante todos estos años de reducir y asimilar la especialidad de Medicina del Trabajo con la Vigilancia de la Salud, convirtiéndonos en eso, meros vigilantes de los lugares de trabajo.
La famosa frase atribuida por unos a Göbblels y por otros a Maquiavelo de que ” una mentira repetida mil veces se convierte en verdad”, ha calado bien en este periodo, y por desgracia no sólo entre la Autoridad Laboral y Sanitaria Competente, sino también, entre los propios trabajadores y sus representantes, los agentes sociales, y lo que es peor, entre muchos profesionales sanitarios de los servicios de prevención.
Göebblels no pudo, pero nosotros afortunadamente aún estamos a tiempo de cambiarlo. Medicina del Trabajo y vigilancia de la salud, eran, son y serán dos monedas con distintas caras, aunque la mano misteriosa se empeñe por seguir diciendo lo contrario.
Súmate a la propuesta de modificación del texto del artículo 22 de la Ley de PRL 31/95