Quién no ha deseado trabajar en solitario? Como desgraciadamente la realidad es otra, la solución es reconocer a la fauna más perjudicial y aprender a neutralizar sus efectos. David Comí, socio director de Incrementis, y Jonathan Littman y Marc Hershon, autores de “Cómo rebelarse en la empresa sin perder el puesto de trabajo“, describen algunos de los más molestos:
- El criticón: Le encanta comentar los defectos de los demás y sacarlos a relucir. Necesita desprestigiar para camuflar su falta de seguridad. El único objetivo es ofender. Personaliza la crítica: “Lo has hecho mal”, pero no entra en las causas.
- El impulsivo: Es incapaz de manifestar lo que siente si no vocifera o golpea la mesa. Demuestra inmadurez y pérdida de control. Es como un niño que cree que con pataletas se consiguen las cosas.
- El negativo: Sólo ve problemas a su alrededor. Encuentra amenazas en todas las propuestas y soluciones y todo le parece “imposible”. Utiliza frases como “creo que saldrá mal…” o “ya te lo avisé…”. En su afán quejica incluso exagera la realidad.
- El manipulador: Este personaje es altamente peligroso. Utiliza medias verdades para su propio beneficio. Para él las personas son sólo un medio para conseguir sus objetivos. Si es necesario crea malentendidos y no tiene ningún respeto por la verdad.
- El dictador: Le gusta intimidar y mostrarse arrogante. Necesita dominar todo lo que le rodea. Es intolerante con la actitud de los demás y no soporta a los que no piensan como él.
- El mentirosillo: Inseguro, desorientado e incapaz de ser sincero por falta de confianza. El mentirosillo ante todo quiere caer bien. El motivo principal de que actúe de esta forma es porque quiere escaquearse de algún problema o no asumir su parte de responsabilidad.
- El ‘hoja de cálculo’: El maniático de manual que incordia a todo el mundo con su exagerado sentido de las reglas, a la vez que chupa hasta la última gota de energía y diversión a cualquier iniciativa.
- El ‘oveja’: Bienvenidos a la amplia mayoría. El oveja es el más exasperante e irreductible. Es el defensor de las ideas comunes. No es que sea incapaz de pensar por sí mismo, sencillamente es que no lo hace porque no quiere. Le resulta más cómodo seguir el sendero marcado por la mayoría.
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