Autor: Alejandro Quintana Rivero – Consultor de Prevención de
Fraternidad Muprespa. Técnico Superior en prevención de riesgos laborales. Máster en prevención de riesgos laborales en Seguridad, Higiene, Ergonomía y Psicosociología.Ingeniero TécnicoTelecomunicación.
Sabiduría:
- Conjunto de conocimientos amplios y profundos que se adquieren mediante el estudio o la experiencia.
- Facultad de las personas para actuar con sensatez, prudencia o acierto.
Estamos pasando una prueba dura. Muy dura. Durante el encierro, intento aislarme un poco del exceso de información, de “memes”, de opiniones y de “fake news”. Me abruman, me intoxican, me agobian.
Cuando quiero información prefiero ser yo quien la busque, la analice y cree mi propia opinión. Dudo que haya una única verdad en una crisis tan compleja, pero al menos mi opinión me resulta válida con los datos disponibles en ese momento. Es un interesante concepto el de “validez” frente a “verdad” en una situación tan cambiante.
Estoy preocupado. Veo a nuestros sanitarios luchando a brazo partido contra el monstruo. Toda nuestra admiración, todo nuestro respeto, todos nuestros aplausos seguro que les reconfortan. Pero no les protegen. La protección es otra cosa, y de eso los técnicos de prevención sabemos algo.
Escucho sus quejas, sus lamentos, sus críticas. No tienen equipos de protección con los que defenderse del monstruo. Y así y todo, siguen luchando. Y como en toda lucha, siguen cayendo.
Se que las autoridades, todas, dirán que la situación actual no podía preverse. Que era imposible estar preparados para algo así. Que agradecen el esfuerzo de los sanitarios y están haciendo lo posible por protegerles. Lo se. Lo dirán.
Los datos que tenemos ahora mismo (25 de mayo) muestran en España un total de 235.536 casos confirmados, de los que 51.090 son sanitarios. Eso significa que aproximadamente el 22% de los casos confirmado son trabajadores de nuestros sistemas de salud. Es posible que a alguien le parezca razonable (“normal, son los que están en primera línea, ¿no?”). Pero eso sería tanto como decir que es normal que los carpinteros sufran amputaciones o que los encofradores se caigan de los tejados. Sería tirar por la borda el trabajo de 25 años de Ley de Prevención de Riesgos Laborales en este país. Sería considerar el daño como algo inevitable e inherente al trabajo.
NO, NO ES NORMAL. Y no lo es porque no nos enfrentamos a un “cisne negro” (acontecimiento inesperado e impredecible que produce consecuencias importantes a gran escala y que resulta del todo imprevisible hasta su aparición). Una pandemia vírica no es un hecho no predecible. Es un suceso natural, recurrente y sobre el que ya habíamos tenido avisos recientes en los últimos años (SARS en 2003, H1N1 en 2009, Ébola en 2014 …). Por tanto SABÍAMOS QUE IBA A PASAR.
Por si queda alguna duda, adjunto un extracto del informe UN MUNDO EN PELIGRO (1) publicado en Septiembre 2019 por la Junta de Vigilancia Mundial de la Preparación (organismo dependiente de la OMS y del Banco Mundial:
“Si bien la enfermedad siempre ha formado parte de la experiencia humana, una combinación de tendencias mundiales … ha incrementado el riesgo. La enfermedad se encuentra a sus anchas en el desorden y … nos enfrentamos a la amenaza muy real de una pandemia fulminante, sumamente mortífera, provocada por un patógeno respiratorio que podría matar de 50 a 80 millones de personas y liquidar casi el 5% de la economía mundial“
Es evidente. La comunidad científica lo había avisado. Iba a pasar. ¿Por qué no estábamos preparados? ¿Por qué no se habían puesto en marcha los planes de contingencia que la mayoría de los países tan diligentemente habían redactado? En definitiva, ¿por qué hemos mandado a nuestros sanitarios a primera línea del frente de forma desorganizada y desprotegida?
Algo se ha hecho mal. Y de nuevo me temo que sobre ésto los técnicos de prevención sabemos algo. Somos expertos en el arte de lo transparente, porque ese es el color de nuestro éxito. No hay nada más intangible que la ausencia de hechos y precisamente esa ausencia es nuestro mejor resultado. Vivimos en un permanente deseo del “no news, good news”.
Y me temo que eso es lo que se ha hecho mal. No trabajar esa transparencia antes de que el monstruo tocara en la puerta. Ahora es tarde. Ahora nuestros sanitarios están desbordados. Ahora no tienen equipos de protección suficientes. Ahora hay “news” y eso, en nuestro trabajo, siempre son “bad news”.
No pretendo señalar a nadie. No es el momento ni el objetivo de esta reflexión. O mejor, pretendo señalarnos a todos. Sí, a todos. Porque los profesionales de la seguridad y salud llevamos años viendo cómo se pudrían en los almacenes de las empresas las gafas de seguridad, las pantallas faciales, las mascarillas… Se pudrían. Y lo hacían porque los trabajadores no las querían utilizar. Esos mismos equipos de protección que antes despreciaban y ahora buscan desesperadamente. Desgraciadamente me temo que la fuerza del miedo al virus ha resultado infinitamente más poderosa que la fuerza de la sensibilización que los profesionales de la seguridad y salud hemos venido realizando sin descanso el último cuarto de siglo.
La sociedad en estos últimos 25 años ha sido capaz de evolucionar en muchos otros ámbitos (igualdad de género, ecología o incluso seguridad vial son algunos claros ejemplos). Como ciudadanos, ahora miramos mal a quien no recicla o a quien conduce después de haber bebido. Eso era impensable en 1995.
¿Por qué no hemos conseguido lo mismo en seguridad y salud laboral? ¿Por qué no miramos mal y señalamos a la empresa o al trabajador que no cumple con las normas? ¿Por qué no hemos conseguido que sea el propio trabajador el que se preocupe por su seguridad y salud sin que nadie tenga que vigilarle? ¿O que la empresa de forma proactiva ponga en marcha medidas de mejora preventivas como un valor estratégico?
Es posible que estemos ante la oportunidad de provocar ese cambio cultural. Puede que tengamos que agradecer al SARS-CoV-2 ser el catalizador de esa transformación social.
Cuando la actividad económica comience a activarse con cierta “nueva normalidad” el mundo habrá cambiado. Será un mundo en el que los trabajadores reclaman equipos de protección, las empresas toman medidas organizativas de distanciamiento social y todos se preocupan mucho por la salud de sus compañeros.
Cosas que hasta ahora nos parecían imposibles pueden suceder. Tenemos que saber aprovechar ese cambio.
Vamos a salir de ésta. Por supuesto. Y vamos a salir más fuertes, más resilientes. Sin duda.
¿Pero aprovecharemos la experiencia y saldremos más sabios según la definición con la que comenzaba este artículo?
Referencias:
(1) https://apps.who.int/gpmb/assets/annual_report/GPMB_Annual_Report_Spanish.pdf
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