Autor:Carlos Alberto Varela García
Nunca habría podido imaginar que algo invisible a nuestros ojos afectaría tanto a nuestras vidas, y menos aún a la gestión de la prevención de riesgos laborales de las empresas.
En España se empezó a hablar de una posible pandemia de un virus en el programa de un tal Iker Jiménez (Cuarto Milenio), pero claro, China estaba muy lejos y era un programa de frikis.
Cuando empezaron a detectarse los primeros contagios fuera de China, algo me convenció (puede que uno de los fantasmas de los de Iker), que esto iba a ser muy serio y que afectaría tanto a mi vida personal como a la profesional. Y desgraciadamente así fue.
A finales de febrero de 2020, mi mujer y yo tomamos algunas decisiones que afectarían a nuestra vida cotidiana, como no reunirnos con amigos, no ir a espectáculos ni a bares, borrarnos del gimnasio, hacer la compra a nuestros padres y llevársela previa desinfección de la misma, utilizar mascarilla, etc. Estas decisiones a parte de poner manga por hombro nuestra vida, también supusieron tener que escuchar “burlas” de algunos de nuestros amigos y conocidos, como: `sois unos exagerados, esto es solo una gripe, hay que hacer vida normal, hay que ir de vacaciones que con el sol muere el bicho, que mal educados sois que ni dais la mano para saludar, ¿dónde vais con mascarilla (y además FFP2 con lo que molesta)?´… Éramos bichos raros (ahora parece que no tanto).
Poco después, en las reuniones internas de las empresas relacionadas con la gestión de prevención de riesgos laborales, los técnicos de prevención ya proponíamos incluir en el orden del día de las mismas, un apartado específico sobre la COVID-19 como asunto a tratar. Pero claro, de aquella había mucha incredulidad y también muchas dudas (y que siguen existiendo) sobre este aún desconocido virus.
Con la aparición de los primeros casos de trabajadores contagiados, en las empresas dio comienzo una tarea adicional a las realizadas habitualmente por los técnicos de prevención. Además de la preocupación en sí por la propia enfermedad, los técnicos de prevención también nos vimos obligados a marchas forzadas a informarnos lo más posible y abordar un tema desconocido para nosotros (y para todos en general) que entendíamos que poco tenía que ver con nosotros al tratarse de una pandemia mundial. Tuvimos que dedicar un tiempo importante (en algunos casos de nuestro tiempo libre) a su estudio con el objeto de intentar asesorar lo mejor posible a las empresas y a sus trabajadores. Comenzamos a hacernos expertos en rastreo de los contactos estrechos, en ventilación, en equipos de filtrado y purificación, en geles hidroalcohólicos, en mascarillas, en tipos de test, etc. Además, la citada asesoría, cada vez resultaba más difícil debido a la información contradictoria que nos llegaba de los diversos medios, unido todo ello a cambios normativos continuos, e incluso a diferencias de estrategia de gestión de la pandemia, tanto de los diferentes países, como de las comunidades autónomas en nuestro propio país. Y por si fuera poco, también a la propia problemática de la implantación de algunas medidas preventivas que aunque parecían aconsejables, aún no estaban refrendadas por los organismos y entidades de referencia en la materia, y que además, podrían afectar tanto a la economía y productividad de la empresa, como a los propios trabajadores.
Esto aún no ha terminado, lo que queda claro es que los investigadores han trabajado a marchas forzadas en la búsqueda de la tan ansiada vacuna, lo que está claro es que no era una simple gripe, lo que está claro es que muchas de estas medidas seguirán con nosotros durante mucho tiempo, lo que está claro es que esta pandemia ha sido un toque de atención para hacernos ver que no somos los dueños del mundo y que estamos de paso, lo que está claro es que hay que tener en cuenta la opinión de los expertos (entre ellos los técnicos de prevención de riesgos laborales), y lo que está claro, es que a veces los fantasmas se dejan ver y los frikis no lo son tanto.
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