El ser humano dedica gran parte de su vida a la actividad laboral y, lo que es más significativo, el trabajo condiciona y se relaciona con todas las otras actividades humanas. Al trabajo se le exige que, además de cubrir nuestras necesidades de sustento económico y de estabilidad, también dé respuesta satisfactoria a nuestras necesidades de relación social y de autorrealización.
Para que la persona viva en condiciones de salud en el contexto social al que pertenece, debe alcanzarse un equilibrio entre el tiempo dedicado al trabajo y el tiempo dedicado al ocio y a las actividades no estrictamente laborales y que estén consideradas como no retributivas. Existe una evidente interrelación entre todo el conjunto de actividades que desarrolla la persona. Una vida personal y familiar positiva y estimulante repercutirá favorablemente en el trabajo, siempre que éste se enmarque en unas condiciones mínimamente aceptables. A su vez, si el trabajo enriquece profesional y humanamente, se estará contribuyendo a aportar también aspectos positivos a su vida extralaboral, ello obviamente en función de las propias cualidades individuales.
El tiempo de descanso asociado al ocio es necesario para que el trabajo pueda desarrollarse en condiciones aceptables. Si la persona arrastra problemas importantes de fatiga o estrés, generados en su trabajo, presumiblemente su tiempo de descanso se verá afectado negativamente por éstos, pudiendo condicionarse incluso la recuperación requerida. Por ello, es importante encontrar el equilibrio necesario entre el conjunto de actividades, de forma que, si como es deseable predomina lo positivo, ello pueda hacerse extensible al resto y actúe como mecanismo compensatorio ante las dificultades. Lo conveniente es que el trabajo, que tiene una consideración relevante en nuestra sociedad, sea un elemento enriquecedor y de contribución al bienestar personal.
Las empresas, bajo una concepción ergonómica, no deberían ser ajenas a los condicionantes que determinan la calidad de vida de los trabajadores y deberían tratar de paliar en la medida de sus posibilidades aquellas cuestiones que les pueden afectar significativamente de forma desfavorable y, consecuentemente, también a su propia organización y a sus procesos productivos. La ergonomía en el centro de trabajo debería tener en cuenta todos los aspectos que permiten una adecuada integración y adaptación del entorno ambiental al trabajador.
El diseño ergonómico del centro de trabajo debería iniciarse incluso antes del propio proyecto de construcción del mismo, eligiendo un emplazamiento idóneo. Implantar de manera adecuada una determinada actividad, en un lugar concreto, requiere efectuar en primer lugar el estudio del posible impacto ambiental que va a ocasionar. O sea, evaluar qué repercusiones en el medio va a generar la empresa y, por otra parte, analizar también los condicionantes tanto positivos como negativos del entorno social y físico que van a influir sobre la misma.
Las empresas han de ser capaces de evitar y, en su caso, solventar los problemas que pudieran generar al medio ambiente; así por ejemplo, la contaminación por productos químicos del aire y del agua debe ser eliminada en el origen y no trasladada de forma incontrolada al exterior, dañando al entorno y a la población. Aspectos significativos a considerar en esta fase de proyecto serían todos aquellos que puedan estar directa o indirectamente relacionados con el medio natural próximo a la actividad económica de prevista implantación, así como la influencia de las condiciones ambientales exteriores con las del propio centro de trabajo.
Así, por ejemplo, el emplazamiento junto a un cauce fluvial, o en una zona con vientos predominantes, o la proximidad a zonas marítimas puede influir en aspectos negativos tales como, acrecentamiento de daños ante posibles riadas, vías preferentes de propagación de fugas de gases tóxicos, corrosión salina de instalaciones,… del centro de trabajo; aspectos todos ellos de gran importancia para la seguridad y el bienestar físico de los trabajadores y que se deberían poder solucionar precisamente en esta fase de proyecto, eligiendo un lugar idóneo para el desarrollo de la actividad.
La tipología constructiva de las edificaciones debe adaptarse totalmente al medio. Según el clima y la radiación solar se debería orientar de la mejor manera posible el centro de trabajo y los tipos de lucernarios a habilitar, de tal forma que se aprovechen al máximo la luz y la energía solar, pero, a su vez, se disponga también de la necesaria protección, más cuando tal radiación pueda molestar a las personas o dificultar la correcta climatización de los locales. Así, por ejemplo, si en los países de clima frío la disposición de amplios ventanales para lograr el máximo aprovechamiento solar pueden hacerla aconsejable, siempre que se cuente con los sistemas necesarios de calefacción, en zonas de clima mediterráneo más bien hay que encontrar mecanismos de aislamiento y de protección ante el calor solar.
Las características de la población próxima al centro de trabajo en proyecto es otro aspecto importante a tener en cuenta. Los valores culturales, las costumbres, la pirámide de edad, estructura y hábitos sociales, etc. son algunos de los factores clave que podrán facilitar tanto la adaptación de la empresa a las peculiaridades de la sociedad como la adecuada integración de las personas en el sistema productivo, que a bien seguro requerirá de mano de obra cualificada en diferentes campos profesionales.
Pero también la empresa, como otros estamentos sociales, debiera contribuir a facilitar la integración de las personas procedentes de otros ámbitos geográficos y otras culturas, ya que el trabajo es una vía determinante de integración de las personas en la sociedad plural en la que vivimos.
Los centros de trabajo son en cierto modo interdependientes unos de otros, y es imprescindible el poder contar con una buena infraestructura de servicios para dar respuesta a la diversidad de necesidades que a una empresa se le plantean continuamente para su funcionamiento. Además, razones económicas imposibilitan, cada vez más, que las empresas pequeñas y medianas puedan disponer de servicios propios para cubrir necesidades más allá de las estrictamente vinculadas a sus procesos productivos.
Las grandes concentraciones urbanas, al disponer en general de una gran oferta de servicios, actúan como foco de atracción, provocando la formación de lo que se denominan “ciudades o barrios dormitorio”. Para evitarlo, se requiere que las ciudades pequeñas y mediana puedan contar con la infraestructura de servicios indispensable para el asentamiento de los centros de trabajo. Hay que tener en cuenta que este equilibrio deseado entre ciudad, territorio y lugar de trabajo es más fácil de alcanzar fuera de las grandes ciudades. Afortunadamente, en la actualidad se dispone de los adecuados mecanismos de análisis y planificación urbana, que debidamente aprovechados habrían de facilitar un crecimiento equilibrado. Además, el mayor crecimiento del sector servicios, como vía principal de ocupación de mano de obra frente al sector industrial, debería permitir, contando con las ventajas de las nuevas tecnologías de la información, que las ciudades medianas puedan ser cada vez más un atrayente lugar de residencia y de trabajo y ofrezcan una calidad de vida aceptable. De esta manera, se lograría una implantación más equilibrada de actividades empresariales en el territorio.
Si la actividad laboral del centro de trabajo que se proyecta construir no va a ser contaminante, su nivel de contaminación va a estar muy por debajo de los límites tolerables, sintoniza con las actividades productivas e intereses del territorio, se adecua a los criterios exigibles en el plan de ordenación territorial integrándose en el paisaje y el medio natural, la población laboral puede surgir en buena parte del propio ámbito geográfico próximo y se plantea la posible colaboración en proyectos o actividades de interés local o territorial, se estará contribuyendo con su implantación a un adecuado desarrollo socioeconómico de la comunidad, aspecto éste de reconocido valor incluso para el desarrollo de la propia empresa.