
De nada sirve dedicar tres horas diarias a reunirse para avanzar en los objetivos empresariales si no se hace correctamente y siguiendo unas pautas. Definir el objetivo de la reunión, elegir adecuadamente a los participantes o una buena hora para reunirse “pueden suponer casi el 40% del éxito del proyecto empresarial”.
La mejor hora: antes de comer
La fecha es sumamente importante. Muchos estudios realizados por las empresas de ‘coaching’ afirman que fijar una reunión en lunes o en viernes es contraproducente “pues los directivos están pensando en el fin de semana que han pasado o en el que está por venir”.
La hora perfecta es antes de comer y el día: martes o miércoles. “Lo perfecto sería establecer la reunión en las horas en que la gente está en el despacho y no a punto de llegar o de irse”. Por otra parte las reuniones no deben durar más de una hora u hora y media.
Definir los objetivos y elegir los participantes
Algo tan simple como decidir quién acude y quién no a la reunión puede suponer el éxito o el fracaso de la misma.. Invitar a alguien cuyo departamento es ajeno a la cuestión a tratar en el ‘meeting’ sería contraproducente pues no podría hacer absolutamente nada.
Definir los objetivos y delimitar el horario de la reunión ayuda y anima a los participantes a no divagar, puesto que son conscientes de que tienen un tiempo determinado para llegar a unos objetivos previamente marcados.
Una figura clave que se debe definir antes de cada encuentro es la del líder, una persona que se encargue de que todos sean partícipes de la reunión y aporten ideas, un directivo que sepa cuántos puntos se van a tratar y se haga responsable de ir pasando de unos a otros, evitando, a la vez, conversaciones alternativas.
Lo fundamental es trabajar desde la confianza y el respeto. Asegura que establecer un contexto emocional es fundamental antes de cada reunión: “Cada miembro debe explicar brevemente cómo se siente, para que el resto del equipo pueda empatizar con él a lo largo del ‘meeting’; de esta manera, si alguien bosteza se sabe que es porque ha tenido que llevar a su hijo al médico en plena noche, por ejemplo”.
Establecer roles ayuda a optimizar objetivos
En las reuniones en las que son necesarias lluvia de ideas, es decir generar aportaciones creativas, la teoría de los “seis sombreros para pensar” es muy efectiva.
Consiste en otorgar roles preestablecidos a los participantes de forma que cada uno tiene una labor. El blanco debe dar datos objetivos, los resultados que la empresa ha conseguido, por ejemplo; el negro, desde su visión crítica, únicamente debe destacar las desventajas o los fallos que ha habido; el rojo, aportará el lado más emocional, y así sucesivamente.
Fuente: El Mundo