
La llegada inesperada de la pandemia no solo supuso una amenaza para la vida de muchas personas, sino que repercutió, también, en la salud mental de la población. El miedo al contagio, las necesarias medidas de contención, como el confinamiento o el distanciamiento social, la pérdida de empleos o el cierre de negocios, supusieron un cambio significativo en la vida de millones de personas que tuvo un gran impacto en su bienestar emocional.
Los profesionales de la salud que estuvieron en primera línea tuvieron que soportar, además, un mayor riesgo de contagio, para ellos y para sus familias, y la responsabilidad de afrontar la pandemia con un sistema sanitario saturado que forzó cambios organizativos en todos los niveles asistenciales para adaptarse a las condiciones cambiantes de la pandemia.
Los servicios de atención primaria tuvieron que adaptarse bruscamente al nuevo escenario, prolongando su atención los fines de semana para responder a la mayor demanda de atención sanitaria, o asumiendo nuevas funciones, como el cribado de los enfermos de COVID-19, o el tratamiento extrahospitalario de estos enfermos. Muchos de estos profesionales asumieron, además, reubicaciones y nuevas funciones en residencias geriátricas u hospitales.
El impacto de la pandemia en el bienestar emocional de los profesionales de la salud
A finales del 2021, coincidiendo con la quinta ola de contagios, MC MUTUAL realizó un estudio para valorar el impacto de la pandemia del coronavirus en el bienestar psicológico de los trabajadores del ámbito de la atención primaria, así como determinar qué factores de riesgo psicosocial tenían mayor relevancia en el estado de salud mental de estos profesionales.
Durante el mes de octubre de 2021, se pasó un cuestionario en formato online que fue respondido por casi 5.000 profesionales de la atención primaria, de los cuales el 82 % eran mujeres, un 63 % tenía una edad superior a los 45 años y el 66 % tenía más de 10 años de antigüedad en su organización.
Los resultados indicaron que un 80 % de los profesionales que trabajaban en los servicios de atención primaria ha estado, en algún momento de la crisis, en una situación de riesgo de malestar psicológico. Este resultado es muy superior a los obtenidos en estudios anteriores a la pandemia. Sin embargo, otros estudios realizados en el actual contexto reportan resultados similares.
Este aumento en el riesgo de malestar psicológico se explica, en gran medida, por la carga psicosocial que la epidemia del coronavirus ha supuesto para los trabajadores sanitarios y que puede resultar en distintos trastornos físicos o psicológicos.
Los cambios organizativos y su influencia en los factores de riesgo psicosocial
Para valorar la exposición a los factores de riesgo psicosocial, se evaluaron siete dimensiones que se consideró que podían verse influidas por la situación de crisis sanitaria vivida: el ritmo de trabajo, las exigencias emocionales, la previsibilidad de la información, el sentido del trabajo, el apoyo de los superiores, el apoyo de los compañeros y el reconocimiento.
Los resultados se compararon con evaluaciones previas a la pandemia realizadas en el ámbito de la atención primaria, lo que ha permitido observar qué factores de riesgo psicosocial han sufrido mayores cambios con la situación actual.
Las elevadas exigencias emocionales y la presión en el ritmo de trabajo son las variables que, junto a la falta de sentido en el trabajo, experimentaron un mayor incremento en el porcentaje de trabajadores afectados al comparar los datos con resultados anteriores. Mientras que no se observó un aumento significativo en el resto de factores evaluados.
Se analizó, también, en qué medida la exposición a estos factores alteró el estado de salud mental de los profesionales. Las exigencias emocionales, la falta de reconocimiento, la falta de apoyo social entre compañeros y la falta de sentido del trabajo son las dimensiones que mayor impacto tuvieron.
Las exigencias psicológicas emocionales hacen referencia al esfuerzo para contener el grado de involucración emocional y de transferencia de sentimientos en la relación con las personas que los trabajadores atienden en su trabajo. En ocupaciones de servicio a las personas, como es el ámbito sanitario, la exposición a exigencias emocionales tiene que ver con la propia naturaleza de las tareas y es imposible de eliminar.
El alargamiento de las jornadas y el elevado ritmo de trabajo implican, además, una mayor exposición a estas exigencias emocionales y pueden favorecer, por lo tanto, una mayor fatiga emocional que requerirá de tiempos de reposo más largos y de habilidades de gestión emocional específicas para las cuales los trabajadores deben formarse.
El sentido del trabajo, por otro lado, guarda relación con el contenido y el significado de las tareas que se realizan y con la contribución que el trabajador cree hacer en su trabajo.
El reconocimiento se refiere a la percepción de los trabajadores sobre la valoración, respeto y trato justo por parte de la dirección. Tiene que ver con múltiples aspectos de la gestión de personal: la definición de los métodos de trabajo, la consulta y participación de los trabajadores en la toma de decisiones, o la coherencia y equidad en la asignación de tareas y la organización de horarios.
Intervenciones psicosociales necesarias en el ámbito de la atención primaria
Proteger la salud y el bienestar de los profesionales sanitarios es un deber de cualquier institución, a la vez que una necesidad esencial para garantizar la integridad del sistema asistencial. De las conclusiones de este estudio se extrae la necesidad de realizar diversas intervenciones psicosociales que deberán prolongarse en el tiempo una vez estabilizado el periodo de crisis.
Una intervención fundamental es el establecimiento de programas de ayuda al empleado para mitigar el impacto emocional de la pandemia y promover el bienestar psicológico de los profesionales de la salud. Estos programas son el marco ideal para desarrollar la formación en psicoeducación y recursos de asistencia psicológica para informar y orientar a los profesionales afectados. Algunos estudios relacionan la mejora en recursos psicológicos con la mejor gestión emocional y con una reducción de los niveles de malestar psicológico.
Otras intervenciones, también necesarias, guardan relación con la organización del trabajo para asegurar una correcta distribución y ajuste de las cargas de trabajo y evitar así el aumento del ritmo de trabajo, como ocurrió durante el periodo pandémico.
Proteger a los profesionales de la salud del riesgo de contagio es imprescindible. Además de facilitar los recursos técnicos necesarios, como los equipos de protección individual adecuados, reforzar la información y formación también es importante, en especial en aquellos colectivos no familiarizados con la exposición al riesgo de COVID. Como evidencia el estudio, los trabajadores mejor informados tienen menos malestar psicológico.
Por último, la formación a mandos para una mejor gestión de los equipos también es crucial para que mejoren sus dotes de liderazgo para informar y escuchar a sus equipos, distribuir las tareas, justificar sus decisiones o dar reconocimiento.
Más allá de las intervenciones propuestas, será preciso reflexionar sobre el modelo y la organización de los sistemas de salud en el ámbito de la atención primaria para avanzar en el establecimiento de organizaciones más saludables. El papel de los servicios de prevención de riesgos laborales es, en este sentido, decisivo para sensibilizar a sus propias organizaciones sobre la necesidad de priorizar, en la medida de lo posible, la gestión de los riesgos psicosociales.
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