
Como psicólogo educativo, me he especializado en temas de aprendizaje, de didáctica, principalmente con niños de preescolar -de dos años en adelante- y con jóvenes de la secundaria -12 a 15 años- principalmente. Sin embargo, he trabajado mucho en el conocimiento de las personas, en las actitudes, la dinámica y los procesos de los grupos y todo lo relacionado a los ambientes educativos y grupales.
Hemos logrado entender un poco sobre las diferencias en conducir un colegio formado por 700 estudiantes entre 2 y 15 años, casi 100 adultos entre directores, maestros y personal de apoyo y aproximadamente 1,300 padres y madres.
Tener una relación social, afectiva y emocional diariamente con ellos es toda una aventura muy interesante y muy variada. Esta dinámica emocional y afectiva diaria entre maestros y alumnos, padres e hijos que repercute en el comportamiento en el salón, además de las problemáticas personales de cada uno de los 2,100 involucrados hacen muy valiosa la relación, pero también nos queda claro que es una relación de alto riesgo.
Hace varios años, publicaba diariamente una historia de reflexión dirigida a los papás para que la comentaran en la casa o en la oficina, después de 3 años de publicar diariamente la reflexión, un día publiqué una que al final de la misma traía una “grosería”, fue un descuido de mi parte.
Como todos supondrán, recibí al menos 3 comentarios de papás varones, sobre mi error.
Publiqué una disculpa por el error y me justifiqué en que eran muchas las lecturas que hacía diariamente para seleccionar las que se publicarían y que se me pasó en una de ellas corregir o modificar el final. Entonces recibo un correo de un papá que me dijo:
Yo trabajo en una empresa que fabrica los frenos para la marca tal de carros, ¿se imagina usted que tengamos errores de 1 cada 600 productos? Seríamos demandados a cada momento, la vida de las personas estaría en grave riesgo si uno de cada 600 frenos fallara. No hay excusa para su falla.
Leo con calma el mensaje y le contesto:
Tiene usted razón, la diferencia entre trabajar con fierros y láminas, tornillos y tuercas, los cuales usted puede regresar sin ningún problema a su proveedor si no tiene todas las especificaciones solicitadas y yo que recibo niños y papás que no saben ser papás, que tienen cada uno una necesidad diferente, una expectativa diferente es enorme. Yo no puedo regresar el material (un niño) con una discapacidad, a un niño proveniente de una familia disfuncional, o hijo de una madre soltera (el 35% de nuestros niños sólo tienen a la mamá) y mi objetivo es que todos salgan adelante, que todos sean felices.
A los tres días, salió un aviso de la armadora de carros en done él trabajaba: se invita a los 150,000 propietarios del carro X modelo XX a llevar sus carros a la agencia para revisar su sistema de frenos, pues hemos detectado una falla en el sistema.
Creo que he sido claro: trabajar la seguridad, el bienestar, la felicidad es muy diferente si se hace en una empresa dedicada a producir bienes materiales, que a una empresa dedicada a los servicios. Tienen ambas que tener enfoques de prevención y de seguridad muy diferentes entre sí y márgenes de error muy diferentes.
La educación trabaja con materia prima tan diferente una de otra como de niños o jóvenes se trate. Cada materia prima -niños o jóvenes- tiene y proviene de una empresa diferente -llamada familia- y cada día regresan a esa familia que apoya al colegio o que trabaja en contra o simplemente no trabaja a favor de sus hijos y su colegio.
Resolver los obstáculos que nos presentó la pandemia en el 2020 y 2021 nos generó a los directivos un gran desgaste de energía diario, pues aunque la fe y la confianza la teníamos en los especialistas, siempre teníamos las dudas sobre los padres y los maestros. ¿Están avisando sobre sus salidas a la calle, fueron o no a los eventos religiosos o familiares? ¿los maestros realmente están en sus casas después del trabajo o salen de fiesta el fin de semana y no nos avisan?
Fueron dos años de mucha angustia y ansiedad y lo que más nos ayudó a salir adelante fue que nuestra fe y la confianza crecieron en nuestros grandes especialistas, en los protocolos implementados, en la información diaria que teníamos sobre el cómo se movía la pandemia a nivel local, nacional e internacional y en los equipos de protección que teníamos, desde mascarillas de alto nivel para todos los niños, hasta los equipos de ozono, oxígeno, CO2 y otros más que nos recomendaron.
Trabajar con niños de 2 y 3 años, capacitándolos para el uso correcto de sus mascarillas, el que comieran con las distancias adecuadas, quitar las actividades físicas, el logar que no se compartan juguetes, lápices o comida, fue todo un logro que rindió sus frutos y ser el único colegio en el país que abrió sus puertas al trabajo presencial y no tener ningún contagio dentro de nuestros edificios.
Al final: ha sido grande nuestra satisfacción al haber alcanzado la meta de cero contagios, al haber respondido a la confianza de los papás en nosotros y en haber disminuido en mucho, el retraso educativo, pero sobre todo el impacto negativo que tiene la pandemia en el terreno emocional y afectivo.
Nos sentimos muy orgullosos de estos logros.
Misión cumplida
Saludos desde Saltillo, Coahuila, México
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