
Los hospitales con unidades de Geriatría y las residencias de la tercera edad deben proporcionar a los profesionales una formación idónea y unos EPI adecuados
La revista FORMACIÓN DE SEGURIDAD LABORAL y la FUNDACIÓN BORREDÁ, organizaron el pasado día 18 de septiembre un desayuno titulado “PRL en los trabajadores de centros geriátricos” en el que se abordaron problemas específicos y soluciones concretas aplicables a este colectivo profesional.
Este encuentro contó con la presencia de María Félix Villar, jefa de la Unidad Técnica de Ergonomía y Psicosociología del Centro Nacional de Nuevas Tecnologías del INSHT; Mª Teresa González, jefa del Servicio de Medicina, Ergonomía y Psicosociología Aplicada del IRSST; Ana Peña, jefa del Servicio de Prevencion de Riesgos Laborales del Hospital Gregorio Marañón; Alfredo Bohorquez, secretario general de la Sociedad Española de Geriatría y Gerontología; Esther Redondo, jefa del Servicio de Prevención de ASISPA (Asistencia a Personas Mayores); Eduardo Seyller, presidente de AMEG (Asociación Española de Enfermería Gerontológica); Alicia Alcaraz, técnico superior del Departamento de Prevención de Riesgos Laborales de Ballesol; Rosa Moguel, fisioterapeuta del Centro San Camilo; y Ana Belén Gómez, jefa de área de la zona centro de ArjoHuntleigh.
Posturas forzadas y movimientos repetitivos
Director, médicos, enfermeras, auxiliares de enfermería, fisioterapeutas, asistentes sociales, terapeutas ocupacionales, cocineros, técnicos de mantenimiento, personal de limpieza… son solamente algunos perfiles de trabajadores que se enfrentan a riesgos y enfermedades profesionales derivados de sus actividades laborales. Tal y como se apuntó en el desayuno, los sobreesfuerzos por manipulación de personas y los trastornos musculoesqueléticos (TME) por posturas forzadas y movimientos repetitivos son los riesgos más comunes, además de los golpes contra objetos inmóviles. A ellos hay que añadir los biológicos y los psicosociales debidos estos últimos sobre todo a la sobrecarga de trabajo. Agresiones verbales y físicas, accidentes “in itinere”, quemaduras, cortes y pinchazos completan este mapa de riesgos laborales. Para impedirlos, los trabajadores disponen de ayudas mecánicas y motorizadas tales como grúas de levantamiento, medios mecánicos de desplazamiento, camas automáticas, etc., además de EPI (guantes, mascarillas…).
La infradeclaración de enfermedades profesionales de este colectivo suscitó la preocupación de los participantes. Como elemento básico para la mejora de las condiciones laborales se resaltó la necesidad de una correcta organización de los espacios de trabajo con la difusión de una formación e información en PRL que ayuden a una concienciación íntegra de la empresa, alcanzando a todos los niveles jerárquicos, con una aplicación continua de los conocimientos aprendidos que se prolongue en el tiempo.