
Recicladores piden mejores condiciones para desempeñar su trabajo en el botadero
Entre el olor nauseabundo de toneladas de basura y el sol inclemente, siete obreros sin máscaras ni guantes u otra dotación que reduzca el riesgo en su salud, a diario seleccionan los plásticos en el botadero de Lechuguillas; ellos piden que la Empresa Municipal de Aseo Sucre (EMAS) les brinde mejores condiciones de trabajo. Sin embargo, por su parte, EMAS asegura que no tiene responsabilidad porque son obreros externos, pero coadyuva con algunos insumos.
“La basura es dinero”, es un eslogan que se oye con frecuencia, de hecho lo es porque mensualmente en este botadero se genera unos Bs 20.000 en base a la recolección del plástico y papel que realizan los siete obreros, pero la mitad de esta ganancia se lleva EMAS y el resto se dividen entre ellos, y ese es su sueldo, que en promedio alcanza a Bs 1.400 para cada uno.
Pero, ¿cuánto cuesta la vida y la salud de estas personas? En la visita que realizó CORREO DEL SUR ayer al botadero de Lechuguillas, aproximadamente 14 kilómetros al este de Sucre, constató que los obreros trabajan expuestos a contraer enfermedades debido a que ninguno porta guantes de seguridad y menos una máscara o barbijo que reduzca el olor pestilente de los promontorios de basura al que ingresan para recoger los plásticos.
“Nosotros hemos pedido agua y que haya sombra, pero la empresa no nos ha cumplido”, contó Ramón Talavera al aclarar que a principio de año la empresa les entregó un overol y un par de botas, como única dotación.
Ante la carencia de agua en la zona, los obreros que en varios casos se trasladan en bicicleta desde Sucre, además de la comida, deben cargar varios litros de agua en la mochila.
El trabajo comienza a las 5:00 y se prolonga hasta las 18:00. Al mediodía hacen una pausa para almorzar, pero con el olor fétido aseguran que es casi imposible degustar un plato de comida, por lo que muchos prefieren acullicar coca, mientras descansan bajo improvisadas casuchas de cartón, ya que para su desgracia, ni siquiera hay un árbol.
Fuente: Correo del Sur