La refinería se encontraba en un insípido paraje de cielo teñido de gris azufre marciano, en diferido todavía conservaba huellas de aquella natural belleza de antaño perdida a golpe de minería, fundiciones y diversos planes de industrialización voraz, zona de almadrabas, caballas, parras, huertas, cítricos y frutales, ubicada en el centro de un valle limitada por el mar y por una pequeña hilera de montes de matorrales mediterráneos, desde la unidad de cracking catalítico todavía se podía contemplar la increíble viveza de las olas en un contraste imposible entre lo natural y lo mecánico. De espaldas al mar todas nuestras miradas se perdían entre tubos, tornillos, bandejas, cables, angulares, bobinas, gatos, andamios, taladros, amoladoras y sopletes, de frente la contemplación del horizonte infinito nos volvía a resituar de nuevo en el mundo, como auténticos habitantes de derecho del planeta tierra. [i]
Pedro Cesar Martínez Olivenza tenía 17 años cuando empezó a trabajar en el sector petroquímico como mecánico soldador especialista, desde joven le resultaba útil, divertido y mágico eso de andar uniendo piezas metálicas por mediación del fuego controlado, ahora con 38 años ya era un experto cotizado en el uso del soplete. A lo largo de su historia laboral había pasado por diferentes empresas, países y continentes. Actualmente estaba trabajando para un contratista que participaba del montaje de parte de la ampliación de una sala eléctrica, ese día se encontraba soldando unos tubos cuando un compañero joven, cuyo nombre aún no acertaba a recordar, se acercó a él y algo preocupado le dijo con una gran determinación:
Joven: Pedro, deberías ponerte el mandil de soldador ¿no crees? Además, la ropa que llevas ¿sabes que no es ignífuga?, como te caiga una chispa puedes tener problemas.
Pedro: ¡wuaf! si es sólo un momento, ¿me vas a hacer ir al vestuario para coger el mandil? Tardo menos en soldarlo que en ponerme todos los bártulos. [ii]
Joven: Pero Pedro, yo no estoy hablando de tiempo, yo estoy hablando de que si sueldas es posible que alguna chispa termine quemándote. ¿Qué crees que es más importante?
Pedro: Sinceramente lo verdaderamente importante es que acabe de una vez de montar esto, como venga mi jefe y vea que no está montado tendré problemas. [iii]
Joven: Pero a qué ¿problema te refieres? Si viene el jefe ahora que no están soldados los tubos ¿tendrás un problema?
Pedro: Sí debería estar montado hace ya 15 minutos.
Joven: Por tanto te pongas o no el mandil puedes tener problemas ¿no? Pero yo te estoy hablando de ponerte el mandil y tú me respondes que ya vas tarde, ¿no crees que sean cosas diferentes?
Pedro: No son cosas diferentes, no me puedo poner el mandil porque como te dije está en el vestuario, me lo olvidé esta mañana y ahora no puedo ir a cogerlo porque si voy a por el mandil entonces no terminaré la tarea, que ya debería estar terminada. [iv]
Joven: Es decir que al final tienes que elegir entre quemarte o terminar la tarea a tiempo. ¿No? [v]
Pedro: Si, así es.
Joven: Entonces ¿crees que es más importante terminar la tarea que tu salud?
Pedro: ¿Quién ha dicho eso? Para mi mi salud es fundamental pero no quiero que me despidan, tengo bocas que alimentar ¿sabes? Además ya estás dando por hecho que me voy a quemar, cuando eso es muy posible que ni siquiera ocurra. ¿Llevo muchos años soldando sabes? Y en todo este tiempo nunca me quemé, ¿por qué me tengo que quemar hoy?[vi]
Joven: Pero entonces si no te pones el mandil ¿es posible que te quemes?
Pedro (responde malhumorado): ¡si es posible!, pero no sabemos cuándo será, me puedo quemar hoy, mañana, pasado o incluso con suerte puedo no quemarme nunca. En cambio si no termino de montar los tubos sí que tengo claro cuando me despedirán.
Joven: Es decir que al final confías algo tuyo como es tu salud a la suerte o al destino, ¿no? Pero cuando algo es verdaderamente importante ¿se deja en manos de la suerte o se preocupa uno por ello? [vii]
En ese momento se acerco su jefe con cara de preocupado:
Jefe: Pedro, hay cambio de planes, ¡menos mal que no terminaste de soldar los tubos! ¡Había un error en los planos! Tenemos que montarlos en otra ubicación…[viii]
NOTAS PARA EL FORMADOR EN PREVENCIÓN DE RIESGOS
[1] La belleza o el carácter agradable o desagradable del entorno de trabajo puede influir en el bienestar laboral. Una posible línea de investigación podría ser la relación entre bienestar y estética de los lugares de trabajo. ( lo dejo apuntado por si interesa reflexionar sobre este asunto)
[1] Erróneamente el protagonista parece que piensa que el tiempo de exposición al riesgo influye en la ocurrencia de los accidentes. “Como sólo es un momento no pasará nada”. A esto lo que llamo confusión de la higiene y la seguridad y es la base argumental de la mayoría de las asunciones de riesgos. Si bien un contaminante higiénico el tiempo de exposición afecta a la aparición de la enfermedad, por ejemplo estar expuesto un breve periodo de tiempo a un contaminante químico no es motivo suficiente para la aparición de la enfermedad, en los riesgos de la seguridad es suficiente con estar expuesto una sola vez para que sufrir el daño. Ciertamente la experiencia nos confirma ese carácter caprichoso de la accidentalidad, por eso hablamos de la mala suerte al referirnos a este tipo de aconteceres, así solemos escuchar expresiones del tipo el pobre que mala suerte tuvo solo lo hizo una vez, un solo momento y sufrió la peor de las desgracias mientras otros llevan toda la vida haciéndolo del mismo modo y no les pasa nunca nada. Ese comportamiento caprichoso de la materialización de desgracias nos suele parecer injusto, desproporcionado y carente por completo de sentido. Es una ocurrencia completamente azarosa y nos causa indignación. Podríamos debatir en base a experiencias de situaciones de este tipo que en el lenguaje común solemos llamar experiencias de la mala suerte, pero que en realidad están motivadas por una acción previa por parte nuestra que pone en movimiento la rueda del azar:
Me la jugué una vez y me paso…
Ejemplo 1.- Siempre cumplo los límites de velocidad, sólo una vez me pasé del límite y fue suficiente para que me pusieran una multa. ¿Cuántos hay que llevan toda la vida conduciendo sin carnet y no les pasa nada?
Ejemplo 2.- Siempre hago__________________porque sé que si no lo hago de ese modo me puede pasar_____________ (que no deseo que me pase), solo una vez no lo hice y fue suficiente para que me pasara _________________________.
En realidad reflexionando podemos darnos cuenta que muchas de las ocasiones en las cuales nos las jugamos las cosas nos pasan. Los hechos azarosos tanto pueden ocurrir como no.
Estamos ante lo que una posible conducta de riesgo, la justificación última de las conductas de riesgo suele ser estar motivada en base a la rapidez o la comodidad o bien por autoridades externas: como pueda ser el jefe, el cliente, mi familia etc… Hacerlo de modo inseguro es más rápido, más cómodo o lo hago así porque mi jefe no me deja otra alternativa no tengo más remedio que hacerlo así. Para facilitar la reflexión o el debate sobre las conductas de riesgos se trataría de hacer dos columnas sobre ventajas e inconvenientes de “jugársela” en el trabajo.
[1] ¿para qué te la juegas? Parece que lo que justifica la decisión del protagonista es el temor a una posible consecuencia por parte de su jefe o superior. Un temor que en principio no está justificado al menos explícitamente, puede ser que sea algo que muchas veces se dé por hecho, pero puede por completo ser ajeno a la realidad ¿qué motivos tiene el protagonista para pensar que su jefe le castigará? Es posible que parta de prejuicios, de situaciones vividas anteriormente con otros jefes en otras épocas etc. En este punto es importante que a lo largo del debate participen los Jefes y dejen clara su postura, debería quedar claro la prioridad de las conductas seguras respecto a cualquier otra consideración. Por otro lado podríamos debatir sobre la justificación de ese miedo. Por ejemplo examinando ejemplos de experiencias del miedo ilusorias que pudiéramos haber tenido, muchas veces uno se monta una serie de fantasías que luego para nada tiene que ver con la realidad:
Ejemplo 1: Me salió un bulto en el pecho entonces empecé a dar por hecho (sin ir al médico) de que sería un tumor y que no sobreviviría. Después de un mes sin dormir fui al médico y era un simple quiste sin importancia. ¿estaba justificado mi temor?
Otra posible actividad interesante para la reflexión en conjunto podría ser desvelar el concepto de jefe que manejamos, para ver de qué modo está o no justificado ese temor. Y por otro lado ver la correspondencia del concepto con la realidad. ¿qué es para ti ser Jefe?
[1] ¿Qué pasaría si se le contaras a tu jefe?… Es importante que exista un clima de confianza suficiente entre Jefe y trabajadores, el trabajador debe ver en su jefe un aliado. Un problema fundamental muy arraigado es el problema de la cultura del miedo ocasionada por un enfoque autoritario del liderazgo. Una de las consecuencias de esa cultura es el ocultamiento y la falta de comunicación de los problemas. Esta subcultura es el caldo de cultivo de muchos accidentes y sobre todo es contraria al espíritu de la mejora continua donde hay que intentar por todos los medios sacar a la superficie los problemas que pudieran existir con el objeto de mejorar indefinidamente. Para ver el grado de confianza y comunicación con su superior podríamos preguntar:
Ejemplo 1.- ¿qué pasarías si le contaras a tu jefe que has pasado mala noche porque el niño pequeño no te dejo dormir?
Ejemplo 2.- ¿qué pasaría si le contaras a tu jefe que estas tomando medicamentos que pueden producir somnolencia y que te pueden afectar?
[1] Dilema final que marca el debate, ¿realmente tenemos necesidad de elegir entre producción y seguridad? ¿no existen alternativas? ¿qué alternativas intermedias podríamos proponer en caso de que existieran? Los dilemas suelen marcar una cierta posición de extremos. En este caso para terminar la tarea en un tiempo razonable y además con seguridad se pueden proponer algunas alternativas que nuestro protagonista, en el momento, no es capaz de ver, por ejemplo un compañero que esté próximo podría dejarle los epis. ¿qué alternativas se te ocurren para la situación planteada?
[1] Autoengaño. En el fondo el protagonista sabe que su salud es muy importante. Pero parece justificar su conducta en base a una serie de razones débiles o que pueden ser desmontadas:
A- Sacrificio personal por un bien superior: por encima de mi salud está mi familia, mis hijos. Pero este sacrificio personal en realidad debería ser objeto de una reflexión más crítica, si te accidentaras gravemente, ¿qué sería de tu familia y tus hijos? ¿es una decisión correcta sacrificar tu salud? ¿estaría de acuerdo tu familia?
B.- La lotería de la seguridad. Puedes jugártela mil veces y no pasarte nada o también es posible que jugándotela una sola vez te ocurra el peor de los males. ¿no es posible no jugársela?
C.- Falacia de Wishful Thinking o de pensamiento ilusorio en el fondo el protagonista “no quiere ver el riesgo” se imagina una realidad acorde con sus deseos. “soldará rápidamente sin los epis y entonces cuando llegue su jefe todo estará terminado y su jefe le felicitará por el trabajo bien realizado…” Pero la realidad no suele ser tan dulce, Sobre este particular recomiendo ver artículo publicado en Revista Formación de Seguridad Laboral número 140 abril 215 páginas 110-112: “el factor Humano y la falacia de Wishful Thinking”.
[1] Si la salud es tan importante ¿tiene sentido dejarla en manos de la suerte?
[1] Visto el final de la historia ¿te hubieras arriesgado?
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