
Emprendedores, emprendimiento, ecosistemas, startups, coworking… Palabras de reciente aparición en el vocabulario del común de los mortales y que, en muchos casos, se leen o se pronuncian sin saber exactamente a qué se refieren … Cierto es que los profesionales que trabajamos en el campo tenemos ocasionalmente dificultades a la hora de definir o puntualizar matices que implican a este nuevo (no tan nuevo, en realidad) boom económico. Pero lo que sí sabemos todos es que,en resumidas cuentas, son empresas y, como tales, entrañan riesgos por su propia actividad.
Poner en marcha una empresa no es tarea nada fácil. Esto es algo que nadie duda a estas alturas… Cientos de factores a tener en cuenta: planes financieros, estrategia de empresa, comunicación y marketing, presencia en redes sociales, buenos socios tecnológicos,etc. Demasiados flecos y demasiados frentes abiertos para gente en ocasiones realmente joven y que, con frecuencia, no proviene de una formación específicamente empresarial.
Y, en medio de este torbellino de actividad con el que familiarizarse a marchas forzadas (el tiempo es un factor clave en este tipo de negocios),surgen al amparo de esta necesidad, una multitud de entidades que, unas veces de forma gratuita o altruista, otras con un claro interés pecuniario, ofrecen un marco de oportunidades para enseñar, tutorizar o guiar a nuestros emprendedores a la hora de escoger el camino más corto hacia el éxito.
Pero, dentro de esos magníficos paquetes de ayudas ofrecidos por entidades, aceleradoras, mentores y expertos… cuántos incluyen un asesoramiento sobre la Vigilancia de la Salud o la Prevención de Riesgos?. Las respuesta es tan triste como clara: muy pocos. He asistido a una multitud de jornadas, workshops, sesiones de mentoring, dinámicas de grupo orientadas a aumentar las aptitudes de los emprendedores, unas veces de una forma claramente técnica, otras mediante la promoción de la inteligencia emocional, la empatía y la creatividad pero puedo contar con los dedos de la mano las veces que he asistido y he presenciado cómo se les recordaba a los emprendedores que su startup también tiene que tener en cuenta la Prevención de Riesgos Laborales. He de decir que la cara de sorpresa de los asistentes era digna de retratar. Parecían decir: “¿pero eso de la prevención, no es cosa de empresas grandes o de construcción? ¿pero… qué tipo de riesgos voy a tener yo si mi empresa somos mi socio y yo y nos pasamos el día delante del ordenador o de acá para allá, en reuniones? ¡Es lo que me falta!”
Pues sí, las pequeñas empresas que comienzan también tienen riesgos en su trabajo. ¿Cuántas horas de media puede pasar un programador, ahora llamados CTOs, delante de una pantalla de visualización de datos? Pues me atrevo a decir, sin temor a equivocarme, que unas doce-catorce horas diarias, muchas veces haciendo sólo una parada para comer y, tal vez, otra para merendar o tomarse un café. Ni qué decir tiene que sin que nadie haya supervisado que su asiento esté a la altura adecuada, o su pantalla no tenga reflejos, su puesto tenga un diseño ergonómico o que se realicen pausas visuales. Y, hablando de los directores de estas empresas o CEOs… ¿cuántas decisiones tienen que tomar a lo largo de un día? ¿Están preparados para trabajar bajo una presión inmensa, muchas veces sin la formación ni la información necesarias para actuar sobre seguro?. Estos trabajos en muchas ocasiones requieren horas dedicadas a sacarlos adelante y es frecuente que se roben del sueño y de la vida personal.
Estos son sólo dos ejemplos de lo que podemos encontrar al entrar en un coworking (lugar que comparten varias startups para trabajar, con espacios y servicios comunes). Pero y ¿si vamos a un espacio donde se construyen cosas, un lab? Cada vez son más las empresas que fabrican cosas, bien mediante maquinaria, bien por medio de impresoras 3D… No es necesario aclarar que tanto esos espacios donde se ubican como el material que usan y sus herramientas, entrañan riesgos con los que es frecuente que no se cuente.
Incluso, vamos un paso más allá… ¿Cuántos emprendedores solicitan al coworking o aceleradoras donde se alojan, el Plan de Autoprotección basándose en la concurrencia de actividades? Yo, personalmente no conozco a ninguno y, ni siquiera sé si conocen la existencia del supuesto de concurrencia de actividades o reglamentación al respecto.
Toda esta exposición de la realidad del emprendimiento en materia de Salud y Seguridad que me permito hacer, persigue un objetivo: la reflexión conjunta sobre la necesidad que tiene este colectivo de la ayuda de los profesionales de la Prevención y la Salud Laboral. El hecho de que estas “protoempresas” cuenten con unos recursos muy limitados y que su supervivencia no esté asegurada más allá de dos años, hace que nos olvidemos habitualmente de ellas. Pero, en realidad, trabajar con y para ellas, se hace imprescindible en el momento que queremos implantar la cultura de la prevención y del fomento de la empresas saludables. ¿Qué mejor manera de implantarlos en los procedimientos y en la cultura empresarial que cuando se están creando? ¿Qué manera más fácil de llegar al empresario que cuando está empezando y le queda tanto por aprender?
Parece un contrasentido que, en una economía que está basada fundamentalmente en el conocimiento y cuyo mayor activo son las personas, en el caso de los emprendedores, algo tan importante como cuidar de que la gente trabaje de una forma segura y saludable, parezca estar del todo abandonado a su suerte… ¿Acaso es que no valoran sus equipos humanos, su mayor tesoro? O ¿es que no quieren tener un ambiente de trabajo que favorezca la mayor producción y, por ende, mayor porcentaje de éxito? Evidentemente no es ninguna de las dos premisas anteriores ni nada que se le parezca. Los nuevos empresarios apuestan firmemente por sus equipos (los inversores también), quieren mantener ambientes de trabajo relajados, agradables, que fidelicen muy mucho a sus colaboradores porque saben que toda ese bienestar laboral repercute muy positivamente en sus resultados y, porque es más fácil pedir sacrificios (que suelen ser bastantes), a personas que se sienten bien trabajando y que perciben que su “jefe” o su socio, se preocupa por ellos, por su bienestar. Esto es así.
Y, entonces….¿por qué tan pocos emprendedores se involucran en el tema de la Prevención de Riesgos? Y, ¿por qué tan pocas instituciones “facilitadoras” de esta economía emergente hacen hincapié en que sean empresas socialmente saludables y seguras..? Pues simplemente por desconocimiento por ambas partes. Por no entender tal vez la importancia de la prevención desde los mismos comienzos de una aventura empresarial, no percibir como fundamental añadir en la cultura de la organización (por minúscula que sea), la prevención de los riesgos que existan o que puedan derivarse en un futuro. Y por olvido, tal vez, de los que promulgamos el trabajo seguro y saludable…
Si queremos realmente fomentar un ambiente que cuide la salud, que prevenga los accidentes, que minimice los efectos perjudiciales de determinados hábitos, debemos hacerlo a todos los niveles. Debemos ser conscientes de que es una actuación transversal, que implica a pequeñas y grandes empresas y, también a las que se están creando. No caigamos en el error de pensar que no entrañan riesgos o que no van a ser rentables. “Toda piedra hace pared” y, en este caso, más aún. La labor de promover la salud laboral y la prevención de riesgos inherentes al trabajo es una tarea de todos y debe inculcarse desde el propio sistema educativo. Si los planes de estudio de determinadas universidades empiezan a incluir el emprendimiento como asignatura, la prevención de riesgos debe estar presente en esos programas. Y si en las escuelas se empieza a hablar a los niños de emprender, al mismo tiempo se les debe hablar de prevenir. Sólo así crearemos una verdadera cultura preventiva.
Animo a todos los profesionales que trabajan en el apasionante sector de la Vigilancia de la Salud y de la Seguridad en el trabajo (en todas sus vertientes) a que se hagan presentes también en el campo del emprendimiento, a que se familiaricen con él y tomen la posición que corresponde, tan importante como puede ser el mismo plan de negocio. Y a ayudar a que los propios inversores valoren más estas empresas si son socialmente responsables y se preocupan por tener culturas que fomentan la salud de los que trabajan en ellas.
Creo que es una labor muy importante la que queda por hacer, que requiere de todos los actores que participan en la Prevención Laboral y que dará sus frutos en un tiempo no muy lejano si remamos todos hacia el mismo lugar. Y… ¿quién sabe? Igual hoy estamos ayudando a eliminar los riesgos del trabajo a la futura Google española.
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