
Agradezco una vez más la invitación de los amigos de PREVENCIONAR para escribir un breve artículo en conmemoración del veinte aniversario de nuestra Ley de PRL, que como es sabido fue el resultado de la transcripción a nuestra reglamentación de la Directiva Comunitaria 89/301 CE, de inspiración anglosajona. No voy a entrar en un análisis detallado de lo que ello ha representado con grandes aportaciones y avances, y cuya muestra más evidente es la reducción drástica de la siniestralidad laboral y la existencia de actividades preventivas en la mayoría de organizaciones, que con mucho esfuerzo, aunque no siempre con el éxito deseado, implantan miles de profesionales dedicados con empeño a esta noble misión. Bien, en otro momento entraremos en ello en profundidad. Pero desde luego, las carencias y dificultades han sido también notorias. En gran parte debidas a un modelo de desarrollo económico que ha estado basado en el beneficio de unos pocos en detrimento del bien común. Un modelo en el que ha prevalecido el valor financiero frente al valor trabajo y que al entrar en crisis ha generado estragos con millones de trabajadores sin empleo, y muchos de quienes lo encuentran con limitados salarios y contratos a tiempo parcial. Además, ello ha ido unido a una creciente presión y exigencia sobre el propio trabajo, que los trabajadores nos transmiten de año en año (Observatorio Estatal de Condiciones de Trabajo). En estas circunstancias, algunos aspectos importantes de las condiciones de trabajo han ido empeorando, incluso desde épocas anteriores de bonanza económica, poniendo así límites a la integración de la PRL en el sistema de gestión empresarial, especialmente en las pymes. Lo que ha sido un freno a la necesaria salud integral de las organizaciones que la Ley propugna. Pero no crean que dejo de estar convencido que una PRL de valor estratégico y bien gestionada ha de convertirse en motor de cambio para que las organizaciones puedan pervivir dignamente, tal como constato en muchísimas empresas excelentes de las que procuro estar cerca para aprender.
Pero permítanme que a través de tres vivencias personales en tres lugares bien dispares les sintetice mi percepción de la evolución producida y con ello les incite a la reflexión. Llevo 40 años dedicado a la PRL y al principio todo lo interesante se escribía en inglés. Bueno, mis primeras lecciones en la materia las aprendí en una pequeña empresa familiar junto a mi querido padre, y en la que los trabajadores cuidaron de infundirme orgullo por el trabajo, un trabajo de calidad realizado en condiciones de respeto a la dignidad humana.
El informe Robens de1974, base de la reglamentación inglesa y en el origen remoto de la citada Directiva Marco, definía la esencia de la acción preventiva en dos cosas: empresarios comprometidos con obligaciones claras y trabajadores competentes capaces de auto controlar los riesgos laborales a los que estuvieren expuestos. Cuando se creó en España el Plan Nacional de Seguridad y Salud en el Trabajo en 1971, que más tarde pasaría a denominarse INSHT y con el que me siento implicado desde su inicio, nos focalizamos con empeño en asesorar a las empresas y en especial a las que tenían mayores índices de siniestralidad. El éxito fue rotundo. No es que fuéramos brillantes seductores o docentes. Simplemente estuvimos bien cerca de directivos y trabajadores para ayudarles a evolucionar. Y no es que la antigua Ordenanza de Seguridad e Higiene en el Trabajo de 1971 propugnara un modelo de gestión preventiva, salvo los Comités de SHT, cuyo funcionamiento cuidamos de estimular. No pueden imaginarse lo mucho que aprendimos
Pero mi primer contacto con el último borrador de la Directiva Marco lo tuve en Uruguay, donde estuve unos años como responsable de la Cooperación Española en materia Socio laboral. Me lo llevé debajo del brazo peregrinando por empresas y colectivos empresariales de ese pequeño y maravilloso país. Lo recorrimos en furgoneta de un extremo a otro. El equipo estaba constituido por el Inspector General de Trabajo, un jurista prestigioso, un médico del trabajo, una psicóloga laboral, ambos de la unidad de PRL que ayudamos a crear dentro de la Inspección de Trabajo, el conductor del vehículo y un servidor. Todos nos complementábamos e hicimos algo más que concienciar. El espíritu de la Directiva que trasladamos fue el despertador, y la Ley que en ese país también ayudamos a elaborar facilitó el camino. Aquellos viajes “apostólicos” que duraban varios días, aunque duros, nos llenaron de una profunda satisfacción. Nunca podremos olvidarlos. Por cierto, tal Directiva fue aprobada bajo la presidencia española de la UE.
Pero la espera de la aprobación de nuestra Ley de PRL fue larga. Sus diferentes borradores tuvieron diferentes colores, el último, añil. Por fin, un 9 de Noviembre de 1995 nació. Fui pronto a celebrarlo con un grupo de 20 empresarios excelentes de mis tierras del Ebro, al sur de Cataluña, donde nací y mantengo estrechos lazos. Les impartí en fines de semana un curso de 50h sobre esta materia, y en especial, de cómo debería gestionarse. Quería constatar como encajaba la PRL en proyectos empresariales de éxito. Vinieron porque les animé a hacerlo, algunos a rastras. Que el curso fuera gratuito, tal vez también produjo algún estimuló. Compartimos sus experiencias, visitamos algunas de sus empresas y disfrutamos. Y es que disfrutamos mucho aprendiendo juntos. Hasta nos supo mal que terminara el curso y celebrar la cena de despedida. Bueno nos seguimos viendo y hablando de PRL. ¿Pero saben cuál fue la principal lección que aprendí? Que no me necesitaban como yo creía. Los empresarios excelentes van siempre más allá de los mínimos reglamentarios. Y es más, cumplen muchos de los principios preventivos aun sin saberlo. Tienen conciencia de que trabajar con seguridad es consustancial con el trabajo bien hecho. Luego, las investigaciones que realizamos en el INSHT lo han evidenciado y demuestran la profunda correlación matemática entre el nivel de prevención y el de excelencia alcanzados en las organizaciones.
Durante estos años he ido celebrando en diferentes ocasiones los avances que iba generando nuestro marco reglamentario. No quiero cansarles, pero sí voy a detenerme en el veinte aniversario que acabo de celebrar hace unos días, el 31 de octubre, sábado, en Las Palmas. La Federación de Empresas del Metal y Nuevas Tecnologías, FEMEPA, había organizado su II Congreso Nacional enfocado a la gestión del principal activo, las personas. Fui el ponente invitado a hablar sobre PRL en representación del INSHT, y lo hice sobre cómo ésta puede y debe ser motor de Excelencia. He de reconocer que la invitación fue debida al interés de su Unidad de PRL, Medio Ambiente y Excelencia empresarial. La propia FEMEPA había sido ya certificada por el distintivo EFQM 400+ y tratan de integrarla, vinculada a la PRL entre sus asociados. Pueden imaginarse mi felicidad al compartir con más de 300 pequeños empresarios en plena sintonía y los técnicos del ICASEL (Instituto Canario de Seguridad Laboral), la ilusión por construir organizaciones saludables y altamente eficientes; y brindar juntos por ello. ¡Qué tendrán las canarias y canarios que me tienen ensimismado!
Me di cuenta que hemos avanzado mucho, que la mayoría de empresarios de pymes son conscientes de que nos necesitan, y que podemos realmente ayudarles a ser mejores. No estamos hablando solo a los trabajadores, y a la pared, como en viejos tiempos. Son muchos los directivos de pymes que nos escuchan, y las asociaciones empresariales nos demuestran que tienen un papel determinante en este proceso. Trabajemos entonces con orgullo para ellos y avancemos juntos. Y no dejemos de celebrar en buena compañía nuestros pequeños o grandes éxitos.
Ah! se me olvidaba, lo muy, muy interesante en prevención, lo leo en español.