En la U. de Yale, que ocupa el puesto 16 en el ranking de las instituciones más destacadas, cerca de 1.200 alumnos se matricularon en una clase que les ayuda a encontrar la felicidad. Es la que más asistentes ha tenido en los 316 años de existencia de esa universidad.
El 12 de enero, algunos días antes de que se abriera el plazo para registrarse a la clase de Yale Psyc 157, “La psicología y la buena vida”, unas 300 personas se habían inscrito. Tres días después esa cifra ya era del doble. Y tres días después de eso, estaban inscritas casi 1200 personas; aproximadamente uno de cada cuatro estudiantes de la universidad.
La materia, que imparte Laurie Santos, profesora de Psicología de 42 años y directora de uno de los colegios residenciales de Yale, busca enseñarle a los estudiantes cómo vivir una vida más feliz y satisfactoria en sus dos conferencias semanales.
“Los estudiantes quieren cambiar; ser felices y cambiar la cultura en el campus”, dijo Santos en entrevista.
“Con uno de cuatro estudiantes de Yale inscrito, si vemos buenos hábitos –como el que muestren mayor gratitud, procrastinen menos, tengan más interacciones sociales– estamos sembrando la semilla del cambio en toda la cultura de la escuela”.
Santos cree que el interés en la clase se debe a que en el colegio los estudiantes tuvieron que poner de lado su felicidad para concentrarse en poder conseguir el ingreso a una de las universidades que menos estudiantes acepta en el mundo, con la adopción de hábitos de vida poco saludables que conducen a lo que la profesora calificó “una crisis de salud mental que vemos en lugares como Yale”. Un reporte de 2013 del Yale College Council halló que más de la mitad de los estudiantes de licenciatura buscaron apoyo de salud mental cuando estaban en la universidad.

Los estudiantes de Yale han pedido desde hace años una materia de psicología positiva, sobre el estudio del bienestar, dijo la profesora Woo-Kyoung Ahn, directora de la carrera de licenciatura que dijo que la propuesta de Santos la dejó muy impresionada.
Los administradores como Ahn indicaron que esperaban que hubiera interés, pero que no anticiparan que fuera tal. Y es que con 1182 estudiantes inscritos, “La psicología y la buena vida” ya es oficialmente la clase más popular en la historia de de 316 años de Yale. La última asignatura con ese récord –”La psicología y la ley”– fue impartida en 1992 a unos 1050 estudiantes, según el profesor Marvin Chun, decano del Yale College. La mayoría de las clases de estilo cátedra en Yale no sobrepasan los 600 estudiantes.
Así que dar la materia ha conllevado retos, desde conseguir un espacio que pudiera albergar a todas las personas inscritas hasta la contratación de 24 asistentes de cátedra.
El curso se enfoca en la psicología positiva –según Santos, en las características que le permiten desarrollarse a un individuo– y el cambio conductual –cómo aplicar en la vida real las lecciones–. Los estudiantes deben hacer exámenes cortos de vez en cuando, un examen de medio semestre y, como prueba final, realizar lo que Santos llama el “Hack Yo’Self Project” (algo así como el proyecto para hackear tu vida), que conlleva implementar una estrategia de mejoramiento personal.
Algunos estudiantes dijeron que la materia, más que otra cosa, es una oportunidad de tomar una clase relajada con pocos requisitos para la aprobación.
“No me hubiera enterado si no fuera por recomendación de boca a boca, pero es algo de baja presión y quizá aprenda algunos trucos para tener una vida menos extenuante”, dijo Riley Richmond, de 22 años, estudiante de último año de la licenciatura que se inscribió con varios amigos.
Pero Santos dice que su materia es “la clase más difícil de Yale” porque implica un verdadero cambio en todos los hábitos de vida y que, por ello, los estudiantes tienen que rendirse cuentas a sí mismos cada día.
Espera que la presión social que deriva de tomar la clase con amigos llevará a los estudiantes a trabajar arduamente pero sin estar constantemente ansiosos por sus calificaciones. Santos ha fomentado que todos los estudiantes se inscriban con un sistema de aprobado-reprobado en vez de una calificación específica, como parte de su argumento de que las cuestiones a las que los estudiantes de licenciatura de Yale le adscriben una satisfacción de vida –una buena calificación, una pasantía en algún lugar de prestigio o un trabajo con muy buen sueldo– en realidad no mejoran la felicidad en absoluto.
“Los científicos no lo veían hace hace unos diez años o más, pero lo que intuimos que nos hará felices, como ganar la lotería o salir con calificaciones altas de una materia, está equivocado”, dijo.
Santos añadió que espera que el material de su clase pronto esté disponible con acceso libre en Coursera, una plataforma de educación en línea. Aunque, por el momento, quiere ver qué tanto alcance en la vida universitaria tienen realmente sus enseñanzas.
“Estamos en un momento en que podemos hacer la diferencia en cuanto a la cultura de Yale, y que los estudiantes pueden sentir que son parte de un movimiento y que están dando una buena pelea”, dijo.