Desde hace unos pocos meses, un nuevo término se ha puesto de moda con motivo de la estrategia seguida por algunos medios de comunicación a raíz de las últimas elecciones presidenciales en los EEUU, y me estoy refiriendo concretamente, al anglicismo “Fake news”.
No es mi intención en este foro hablar de política, sino de mi preocupación por las implicaciones de este fenómeno en el ámbito de la salud en general, y en el de la promoción de la salud en el trabajo en particular, ya que, en el campo de la salud, mantener unos adecuados niveles de información veraz sobre temas relevantes resulta a todas luces imprescindible.
El término “fake news”, ha sido traducido como noticias falsas, pero su traducción literal, sería más bien el de noticia falseada, esto es, que detrás de la misma hay una clara intencionalidad que busca cambiar opiniones sobre una persona, un grupo, un producto o una institución, modificando nuestra decisión sobre las mismas. En definitiva, utilizan la mentira (verdades a medias o mentiras a medias) para manipular a la ciudadanía.
Esta forma de propaganda del periodismo, que algunos ya han etiquetado como la época de la posverdad, no es nueva, pero gracias a las nuevas tecnologías de la comunicación, los medios digitales y sobre todo a las redes sociales, el impacto de la desinformación resulta en muchos casos devastador o viral, y la medicina, -un ámbito de enorme repercusión en nuestras vidas-, no ha quedado ajena a este fenómeno.
Una de las primeras estrategias de desinformación en medicina, se llevó a cabo a principios del milenio con el tabaquismo. Las leyes antitabaco se habían introducido en muchos países de Europa pese a la intensa oposición de la industria tabaquera. Pronto empezaron a surgir noticias sobre el impacto económico que esta medida tendría sobre el sector de la hostelería, así como otras tácticas de negacionismo sobre los efectos de la exposición pasiva al humo del tabaco para socavar la base científica de las prohibiciones fomentando un clima de duda.
Después, este fenómeno se ha extendido a casi todos los ámbitos de la medicina, como la oncología, la nutrición, la pediatría, etc., generalmente utilizando la construcción de titulares que inician deliberadamente a pinchar en ellos (los llamados ciberanzuelos) y acceder a una determinada página que inicialmente está semioculta, y hoy, los bulos de salud y alimentación representan más de un tercio de las noticias falsas que circulan por las redes sociales.
Así, estudios epidemiológicos que demuestran “cómo podemos mejorar la salud con diversos alimentos”; “curas maravillosas del cáncer”; estudios que señalan que “comer tomates puede reducir el riesgo de cáncer de próstata”, o que “beber leche podría disminuir la esperanza de vida”, o el “efecto cardio protector de los suplementos de Omega 3” (no me refiero a los alimentos ricos en Omega 3) , “dormir del lado izquierdo disminuye el riesgo cardiovascular”; “las 10 razones por las que no deberías pedir café en un avión”, “las bondades de las dietas milagro”, “la verdad de la molécula come-grasa”, “la fruta que comían los aztecas y te harán disfrutar más del sexo”, “ las patatas de McDonald`s podrían curar la calvicie, según un estudio japonés”; “descubren una vacuna contra el cáncer y la mantienen oculta”, “etc.”, serían sólo algunos ejemplos de bulos o mitos que han infectado nuestras redes.
Cuando uno se pone delante del estand de yogures y otros productos lácteos, ya no sabe distinguir si se encuentra en una parafarmacia o está en el supermercado.
Las fake news triunfan gracias al denominado efecto de verdad ilusoria, esto es, cuando una mentira es repetida la suficiente cantidad de veces, se convierte en una verdad.
Por ello, tenemos que estar alerta, porque se nos bombardea continuamente con noticias médicas falseadas, y el campo de la promoción de la salud en el trabajo, es sin duda un objetivo diana.Los profesionales sanitarios de la medicina del trabajo tenemos una responsabilidad que no podemos eludir, y que es guiar a los trabajadores de las empresas o a sus familias en la fiabilidad científica de la información, ayudándoles a filtrarla, aunque no resulte tarea sencilla.
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