España ocupa el último puesto del ranking en la felicidad de sus trabajadores. Puede ser el sueldo, la falta de conciliación, o ambos factores, pero los españoles no suelen ser felices en el trabajo. Y es un factor fundamental para la productividad. Los empresarios lo saben y cada vez dedican más esfuerzos a encontrar el bienestar emocional de sus empleados. Aquellos que ya han aplicado técnicas para buscar la sonrisa, consideran que la comunicación con el trabajador es importante, motivarle, también, y hacer que se sienta querido y respetado en sus reclamaciones. Pero para que la fórmula funcione, ambas partes tendrán que poner de su parte. Sólo así se conseguirá el objetivo.
La satisfacción, el compromiso y la motivación son algunos de los términos que se han incorporado a la felicidad en el trabajo, un concepto en auge que puede caer en la banalidad si las empresas y los empleados no ponen de su parte. Que este tándem funcione es la clave para que la productividad aumente. La conciliación, la iniciativa o el reconocimiento son algunos de los ingredientes básicos.
Dicen que la felicidad en el trabajo es un concepto que, como el talento o el liderazgo, se está gastando de tanto usarse en gestión de personas. La felicidad laboral se incorporó a la jerga de recursos humanos como sinónimo de bienestar y de motivación con un objetivo: aumentar la productividad de los empleados. No es una percepción gratuita: una investigación realizada por los neurólogos Richard Davidson y V.S. Ramachandran y académicos como Shawn Achor, señala que las personas felices son mejores trabajadores. Resulta fácil deducir que, por contra, las personas infelices no son divertidas para trabajar, no agregan mucho valor e impactan de manera negativa a la empresa.
Prueba de la importancia de la felicidad es el Instituto de la Felicidad que creó un conocida firma de refrescos para fomentar políticas que provocaran esa satisfacción que las empresas persiguen en sus empleados. Y, yendo aún más lejos, compañías como Sngular o Comunica + A han incorporado la figura del chief happiness officer (CHO) como la persona que vela por la motivación, el ambiente de trabajo, el desarrollo profesional y la felicidad del empleado.
No se trata tanto de crear un puesto que abandere la felicidad en la empresa como de identificar los ingredientes que convierten una jornada laboral en un elemento de motivación y autorrealización personal. David Tomás, cofundador de Ciberclick y autor de La empresa más feliz del mundo (Ed. Empresa Activa), asegura que para alcanzar ese estado de bienestar laboral es fundamental buscar el sentido del trabajo, que te sientas bien: “Mi estado natural es estar bien y sereno cuando me cae un marrón”. En uno de los post que incluye en su blog menciona algunas palabras que deberían erradicarse del vocabulario que se utiliza en la empresa como deadline, departamento, target, recursos humanos, mal, problema, tarde, error, triste y una larga ristra de insultos que lo único que traen son connotaciones negativas y malos rollos, los grandes enemigos de un clima laboral saludable.
Conseguir la felicidad en el trabajo es posible pero… como siempre, es cosa de dos. Por un lado, las empresas tienen que generar las políticas propicias para ello y, por otro, los profesionales tienen que poner un poco de su parte para que todo funcione. Un buen comienzo para conseguirlo es lo que plantea Santiago Vázquez, autor de La felicidad en el trabajo y en la vida (Ed. Lid): “Debemos ser capaces de distinguir a las personas de sus opiniones y no tomarnos las posibles diferencias de opinión como algo personal”.