
La autoestima está muy presente en tu día a día, desde que te levantas hasta que te acuestas. Es inseparable de tu persona, pues la autoestima es el valor que te das a ti mismo. Es decir, la valoración subjetiva que haces de ti mismo.
La única manera que tenemos de poder controlarla y ampliarla es a través de la observación interna, a través del autoconocimiento.
Las siguientes preguntas pueden ayudarte a llegar a ella:
¿Qué idea o concepto tienes de ti mismo? ¿positiva o negativa?
¿Aceptas tus fortalezas y debilidades? Por ejemplo, ¿aceptas que eres hábil con los deportes y flojo con los números? O al revés…
¿Respetas tus deseos y necesidades? ¿Haces las cosas porque quieres o, sin embargo, haces las cosas porque es lo que los demás esperan de ti?
¿Dedicas tiempo a cuidarte, te sientes cuidado por ti?
¿cómo te hablas?, ¿te hablas mal o te tratas con amor?
De todas estas variables depende de que tengas mejor o peor autoestima.
Llegar a tener una autoestima alta, supone un proceso, un recorrido que puede ir cambiando con el tiempo, pues la autoestima es dinámica y fluctuante.
¿Qué hay que hacer para alcanzar una autoestima sana?
Tener una autoestima sana es como subir una escalera:
- En el primer escalón te encuentras con el Autoconcepto, es decir, con las creencias que tienes acerca de ti mismo. Se trata de conocer tu forma de pensar, de sentir y de actuar. Tus valores, tus gustos, tus fortalezas y debilidades.
- Una vez has trabajado en conocerte, pasas al escalón de la autoevaluación, que consiste en evaluar las cosas que son buenas o malas para ti con el fin de cambiar las que creas que te hacen daño y perpetuar las que te hacen sentir bien. Es importante en esta evaluación que lo realices sin juicios constantes ni palabras despreciativas. Hazlo con compasión hacia ti mismo.
- El siguiente escalón requiere que puedas admitir y reconocer todas las partes de ti mismo. Aceptarte tal y como eres. No pretender ser quién no eres.
- Y así llegamos al escalón del respeto por ti mismo. Se trata de aprender a atender y satisfacer tus deseos y necesidades. Es decir, no anteponer los deseos de los demás a los tuyos. Respetar tu sentir y actuar sin hacerte daño ni sentirte culpable.
- Por último, está la autoestima: la suma de todos los pasos anteriores. Conocerte, valorarte positivamente, aceptarte y respetarte, te lleva a amarte incondicionalmente.
Las personas con una baja autoestima se sienten insatisfechas, se comparan constantemente con los demás infravalorándose, son sensibles a las críticas y tienen dificultades para expresar lo que sienten y para poner límites a los demás.
Las personas con una alta autoestima tienen confianza en sus capacidades, y su diálogo interno es positivo y motivador. Pueden comunicarse validando sus derechos, poniendo límites a los demás y transmitiendo lo que de verdad sienten y piensan de forma adecuada.
¡Piénsalo! te pasas el día contigo mismo.
¡Potencia tu autoestima, para ser tu mejor compañía!