
3 conductas clave para un éxito saludable dirigiendo equipos
A la hora de dirigir equipos en cualquier organización es muy común que el jefe, responsable o directivo se centre en las tareas técnicas y las fechas de entrega como clave del éxito.
Y eso está bien, pero no es suficiente para conseguir el compromiso más potente y eficaz que existe por parte del equipo y, por tanto, para un éxito saludable: el compromiso afectivo.
Y es que, como dijo Antoine de Saint-Exupéry,
Si quieres construir un barco no empieces por buscar madera, cortar tablas o distribuir el trabajo. Evoca primero en los hombres y mujeres el anhelo del mar libre y ancho.
¿Qué significa esto?
Pues que si consensuamos objetivos (no los imponemos) y además damos un sentido vital de forma que el equipo los interiorice y se identifique con ellos (compromiso afectivo), conseguiremos que expresen en su mejor versión el talento que tienen, facilitando que los resultados sean excelentes.
Al mismo tiempo, el equipo sentirá satisfacción y bienestar al comprobar que el directivo trata de satisfacer necesidades psicosociales alineando objetivos y fortalezas de cada componente.
Si además, como directivos, realizamos de forma sistemática y proactiva estas 3 conductas:
- Apoyo (proporcionando herramientas y recursos)
- Reconocimiento (premiando el trabajo bien hecho y reconociendo el esfuerzo)
- Feedback constructivo (señalando lo que va bien y lo que va mal de forma asertiva)
estaremos sentando las bases para un éxito saludable.
¿Y cómo se consigue esto?
Desarrollando nuestra inteligencia emocional como responsables de equipo, en cuya base está el autoconocimiento, la empatía y la asertividad.
Porque no podemos cambiar nuestro comportamiento si antes no revisamos y reflexionamos sobre nuestro sistema de creencias y perspectiva o forma de ver las cosas (quizá nos estamos auto-limitando o ya no sean esquemas válidos para la situación actual).
Sin regular la empatía jamás podremos entender el punto de vista del otro, ni dar reconocimiento, ni indagar en los sentimientos que hay detrás de un comportamiento que nos “chirríe” (ello nos pondría en la pista de la verdadera causa).
Y sin asertividad no podremos dar un feedback constructivo, porque no solo nos limitaremos a hablar de hechos. Muy probablemente nos extralimitaremos emitiendo valoraciones sobre la persona sin ser conscientes de nuestros prejuicios.
¿Por dónde empezar?
Teniendo en cuenta que a nadar se aprende “nadando” y que a hablar en público se aprende “hablando en público” (tras unas mínimas explicaciones teóricas y practicando poco a poco), con estos comportamientos resulta similar.
Primero recibimos una explicación teórica (psicoinformación) y después vamos poniendo en práctica pequeñas cosas.
Para el autoconocimiento reservaremos una parte de nuestro tiempo a indagar y reflexionar sobre nuestros propios sentimientos y comportamientos actuales tratando de entender qué creencias hay detrás, con el objetivo de validarlas o adaptarlas más racionalmente.
En cuanto a la empatía, practicaremos la escucha activa tratando de entender al otro y preguntando, para ampliar nuestra comprensión.
Respecto a la asertividad para dar feedback, hay unas normas básicas a seguir:
- Centrarse solo en hechos, no en valoraciones personales
- Expresar cómo nos sentimos ante esos hechos
- Solicitar un cambio de comportamiento, si lo necesitamos
- Elegir el momento adecuado (que nunca será con los ánimos “exaltados”, sino de calma)
Si quieres profundizar en estos comportamientos de éxito, puedes consultar la plataforma de formación.
¡Te animo a que des el paso, no te arrepentirás!
Me despido con una cita de Confucio, que dice:
Si ya sabes lo que hay que hacer y no lo haces, entonces estás peor que antes.