
¿Por qué es tan importante tener un sueño saludable? La realidad es que a la mayoría de nosotros nos preocupa más tener los niveles de colesterol altos o la tensión arterial elevada que adquirir unos hábitos de sueño saludables.
¡Al sueño no se le toma en serio! No sólo importa la cantidad de tiempo que pasamos durmiendo si no la calidad de éste. La falta de sueño o un sueño de poca calidad nos puede afectar a nuestra salud y a nuestro bienestar físico y mental.
Reducir tan solo una hora de sueño nos puede afectar en nuestro nivel de concentración al día siguiente y que nuestro tiempo de respuesta sea más lento. La falta de sueño, puede provocar que tomemos decisiones incorrectas y asumamos riesgos innecesarios.
No dormir lo suficiente o de forma ineficaz tiene repercusiones físicas: aumenta el riesgo de tener presión arterial alta o enfermedad cardíaca, mayor probabilidad de aumentar de peso o sufrir obesidad, o desarrollar diabetes. Esto sólo son algunos ejemplos de consecuencias negativas que pueden aparecer si no se duerme bien, pero ¡desgraciadamente hay más!
“Necesitamos dormir para pensar con claridad, reaccionar con rapidez y crear recuerdos.”
A nivel laboral, puede afectar a nuestra productividad y a nuestro rendimiento y a un mayor riesgo de sufrir accidentes automovilísticos.
Pero ¿Cuántas horas de sueño son suficientes?
La cantidad de horas de sueño necesarias variarán según cada persona y van cambiando a lo largo del ciclo de vida.
La mayoría de los adultos necesitan entre 7 y 8 horas de sueño cada noche. Los niños tienen diferentes necesidades de sueño según la edad.
Al igual que comer bien o hacer ejercicio de forma regular, dormir lo suficiente cada día es vital para nuestro bienestar. Para ello es muy importante adquirir unos hábitos diarios que nos ayuden a conseguir un sueño reparador y de calidad.
A continuación os dejo algunos consejos que os pueden ser de gran ayuda:
- Educar a nuestro cuerpo a un horario del sueño: Mantener un horario regular con una hora fija tanto para acostarse como para levantarse, incluso los fines de semana.
- Evitar estimulantes: como la cafeína y la nicotina. Y las bebidas alcohólicas que alteran las etapas secundarias del sueño.
- Modificar hábitos o actividades no favorecedores: hacer deporte por la tarde-noche, mantener una discusión, ver una película de terror o después de realizar un trabajo intenso…
- Seguir una alimentación equilibrada: Evitar comidas y bebidas abundantes. Cenar 3 horas antes de acostarse mínimo.
- Hacer un paréntesis durante el día y darse una siesta. Lo más adecuado es descansar durante una media hora o cuarenta minutos aproximadamente y preferiblemente a primera hora de la tarde.
- Organizar un ritual relajante antes de acostarse: baño caliente, tomar una infusión…
- Crear un ambiente apropiado para dormir: No tener distracciones en la habitación como ruidos, luces brillantes, una cama incómoda, un televisor o un ordenador.
- Acabar el día con afirmaciones o pensamientos positivos: Justo en el momento de acostarse es bueno hacer una reflexión sobre algo positivo que te haga sentir, te ayudará a que tus sueños puedan ser más bonitos y sin pesadillas.
- No obsesionarse con tener que dormir: Cuando nos obsesionamos con que no podemos dormir estamos generando un estado de ansiedad y estrés que provoca que el sueño se rompa por completo, aumentando así la situación estresante.
“Cuando el sueño se interrumpe y no podemos volver a conciliarlo, lo mejor es levantarse y hacer otra actividad que no sea quedarse en la cama; sólo hay que ir a la cama cuando se está cansado.”
Para acabar de una forma muy gráfica, comparto una infografía de MC PREVENCIÓN: HÁBITOS PARA CONSEGUIR UN SUEÑO REPARADOR.

