
Si entendemos el riesgo como la probabilidad de que se materialice un peligro, podemos expresarlo mediante un cociente en el que en el numerador se encontrarían las condiciones de trabajo y en el denominador la capacidad biológica para hacer frente a esas condiciones.
Al ir disminuyendo el numerador se irá controlando el riesgo independientemente de la capacidad biológica, pero se llegará a un punto en el cual éste no disminuya más o que la probabilidad de que se materialice alcance un valor tan bajo que lo consideremos aceptable. Es partir de este punto cuando la capacidad biológica adquiere un papel determinante, pues si ésta disminuye aumentará el riesgo.
Por eso consideraremos que los trabajadores con una capacidad biológica disminuida puedan verse afectados con mayor probabilidad que el resto por los efectos negativos de una exposición y, por consiguiente, tendremos que adoptar más medidas hasta reducir el riesgo a un nivel aceptable: son los trabajadores especialmente sensibles (TES).
En semanas anteriores hemos hablado de cómo la falta de sincronía entre los ciclos luz/oscuridad y los periodos de actividad/descanso abocan a alteraciones de los ritmos circadianos que pueden conducir a un estado patológico. Afortunadamente todos somos conscientes de que gran parte de los trabajadores a turnos o nocturnos no manifiestan (lo que no quiere decir que no los sufran) los trastornos que repasamospreviamente, pero existe otra parte (la punta del iceberg) a la que sabemos que le afecta, los TES.
Sin entrar en profundidades, podemos clasificar como TES a los siguientes:
- Trabajadores con trastornos del sueño.
- Trabajadores con trastornos depresivos.
- Trabajadores con trastornos de hipófisis, tiroides y suprarrenales.
- Trabajadores con hipertensión arterial severa o hipertensión arterial secundaria.
- Trabajadores con enfermedades cardiovasculares (infarto de miocardio con disfunción ventricular o accidentes cerebrovasculares en los últimos 12 meses, ángor inestable, síndrome hipercinético).
- Trabajadoras embarazadas, en periodo de lactancia o que sigan tratamientos de fertilidad.
- Trabajadoras con historial personal de neoplasia de mama.
- Trabajadores en tratamiento oncológico.
- Trabajadores con úlcera gastroduodenal refractaria al tratamiento médico, gastritis crónica o colitis ulcerosa.
- Trabajadores afectos de hemeralopía.
- Trabajadores con ciertas enfermedades crónicas como diabetes, asma bronquial o epilepsia.
Existen igualmente ciertas circunstancias inherentes a las condiciones de trabajo que pueden hacer que a determinados trabajadores les afecte más un horario de trabajo a turnos o nocturno, son los que podríamos denominar como “factores de mala adaptación”. Estos son:
- Turnos con cinco o más días sin descanso: debe evitarse el agrupamiento de ciclos para poder disponer de más días libres.
- Turnos de noche de 12 h. con cuatro o más días sin descanso: no dejan las suficientes horas de descanso y asueto personal
- Comienzo del turno de mañana antes de las 07:00 horas: el cortisol plasmático aún no ha alcanzado su pico se secreción máximo.
- Turnos rotatorios semanales: como ya dijimos, normalmente entre el cuarto y quinto día de trabajar en un turno nuevo el patrón de sueño empieza a sincronizarse con el nuevo horario.
- Descansar menos de 48 h. tras un ciclo de tres turnos seguidos: el descanso facilitaría la resincronización de nuestro reloj biológico.
- Rotación hacia atrás (noches-tardes-mañanas): costumbre muy extendida al objeto de disponer de un día completo de no trabajar entre los cambios de turno, pero resulta erróneo ya que estamos desincronizando nuestra actividad con la luz ambiental (funcionamos marcha atrás).
- Turnos que incluyen muchos fines de semana: no permiten que el trabajador pueda estar con su familia y amistades.
- Turnos nocturnos o de 12 horas con excesiva carga física o mental: esta debe ser menor que en los turnos de mañana o tarde.
- Turnos de noche más largos que el resto de turnos: ocurren mucho en el sector servicios, los turnos de noche duran diez horas y los demás siete y están confeccionados de esta manera para evitar entrar a trabajar durante el turno de mañana a las seis o tener que almorzar a las 12:00. Se ven menos en el mundo anglosajón precisamente por los distintos horarios que tienen para trabajar y/o comer.
- Tener más de 50 años.