
El desconocimiento del funcionamiento de la Naturaleza y el temor ante sus fenómenos extremos en los primeros momentos y la pérdida del respeto hacia lo ambiental en tiempos más recientes, han convertido la espera de la catástrofe en un elemento común de la vida cotidiana. El ser humano vive en riesgo sobre la superficie terrestre aunque la conciencia del mismo depende de la zona donde vite. Basta con recordar lo impresionados que nos quedamos al ver los efectos del terremoto en Lorca, algo insólito la sociedad española.
Una extraña sensación, fruto de esta falta de conciencia, se apoderó de mí cuando me enteré que un huracán nos iba a acompañar en la luna de miel que empezábamos el 28 de octubre. Conocíamos la actividad del huracán Sandy en Cuba, Haití y Bahamas y el anuncio de su llegada a la costa este de EEUU. Al no haber ningún tipo de restricción aérea nos decidimos a embarcar en el viaje, en sentido irónico, a poner en práctica nuestros conocimientos teórico práctico en actuación en caso de emergencia y evacuación. La tarde del 27, llamé a varios organismos españoles para informarme acerca de la actividad prevista del huracán y recomendaciones aéreas pero ésta fue muy vaga, difusa o incoherente. Al leer las noticias veía como ciertos términos se confundían: catástrofe, desastre, situación de emergencia..
Nada más llegar a nuestro hotel en Manhattan la tarde del 28 fuimos informados por escrito de la llegada del huracán, de las recomendaciones del estado de New York, de la actuación en caso de evacuación así como de la seguridad de que en todo momento seríamos atendidos y de que no nos faltaría alimento. Esta información se iba actualizando dos veces al día. Las autoridades de Nueva York y Nueva Jersey habían tomado una serie de medidas preventivas hasta nueva orden: cierre de transporte público-escuelas-edificios públicos-espectáculos, cierre de comercios, puentes y parques por el peligro de caída de árboles…Se había pedido a la población que se hiciera con una serie de suministros básicos y se prepararan ante la posibilidad de cortes del fluido eléctrico y la necesidad de abandonar urgentemente sus viviendas, siendo más de 400000 las personas habían sido evacuadas (sur de Manhattan y barrios de la costa)En la televisión el alcalde de la ciudad Michael Bloomberg indicaba Las personas que no salgan de esas zonas “no sólo ponen en riesgo su vida, sino que ponen en peligro a los miembros de los servicios de rescate
Pasados dos días de fuerte actividad del huracán que dejó un balance de 40 muertos en la ciudad de New York, volvió a salir el sol y ésta recobró poco a poco su conocida actividad turística-económica. Sin metro pero con un servicio de autobuses gratuito, sin luz en medio-bajo Manhattan pero con un policía en cada cruce dirigiendo el tráfico ante la ausencia de suministro eléctrico y con restricciones para acceder a Central Park y Baker Island continuamos disfrutando de la semana en New York, “dentro de un caos muy bien organizado”
No pretendo con este artículo valorar si las actuaciones preventivas y actuación posterior con los afectados fueron o no las correctas sino la de ofrecer la visión de dos técnicos de prevención españoles de vacaciones, ante una situación especial. Y sobre todo dejar una serie de preguntas en el aire ¿sabemos qué hacer en caso de evacuación o desastre?, ¿estamos preparados como sociedad para responder de forma eficaz ante estas situaciones?, ¿confiamos en la respuesta que darían las autoridades competentes?
Susana Romero Miguel. Consultor senior en prevención de riesgos laboales






¿Eres español y sigues a Prevencionar desde fuera de España?, nos gustaría conocer tu historia y las diferencias que encuentras en el mundo de la prevención con respecto a tu país de origen.
Ponte en contacto con nosotros a través de info@prevencionar.com
